En la sierra Norte de Puebla, acto de arrojar al monte el petate sobre el que ha parido la mujer con la finalidad de evitar enfermedades futuras.
A los ocho días del alumbramiento, el petate se rocía con sangre de pollo y refino (aguardiente), se colocan sobre él algunas flores y un cirio y después se enrolla, para tirarlo en algún lugar lejano a la casa (1).
Los desechos del parto se consideran objetos "impuros", causantes de diversas afecciones, por lo que generalmente son tirados en lugares apartados, quemados, o bien, enterrados. (V. contagio)
(1) Ichon, A., 1973.