Ritual clave mediante el cual los lacandones logran la comunicación con sus seres supremos.
Con esta celebración, solicitan asistencia para lograr una buena cosecha o la cura exitosa de una enfermedad, o bien, agradecen los favores recibidos. Los lacandones no tienen oficiantes formales de rituales, por lo que cualquier persona afectada o interesada puede llevar a cabo la ceremonia.
Después de preparado el balché, el anfitrión realiza un procedimiento de adivinación mediante el cual pregunta a los dioses si desean participar en el ceremonial que se llevará a cabo al día siguiente. Para ello, envuelve una hoja de palma alrededor de su tallo, que indicará la aceptación o rechazo "dependiendo del dibujo de líneas resultante". Al amanecer del siguiente día, selecciona en el adoratorio los incensarios con las representaciones de las ivinidades participantes y los coloca sobre una tabla de caoba, dispuestos en hileras que miran al este. El ritual da inicio cuando el organizador hace sonar una concha para llamar a las deidades a que concurran al adoratorio. Los ancianos de la comunidad arriban y colocan las primeras ofrendas de balché frente a los sahumadores sobre una cama de hojas de palma o de plátano; llegan después los demás habitantes del pueblo. El anfitrión enciende el fuego nuevo, en un fogón no utilizado antes y confiere un orden jerárquico a los pebeteros, dependiendo de la actuación de los dioses en la ceremonia; por ejemplo, si va a pedirle a Äkyantho (el señor que manda enfermedad) que cure a un familiar, coloca el incensario correspondiente en el centro de la hilera, y si desea que Ak?inchob (mediador entre los dioses y el hombre) sea el intermediario entre él y Äkyantho, dispone dicho sahumador al lado del central (V. caballos para los lacandones). Prende copal después con el fuego nuevo en cada uno de los pebeteros y reza al dios respectivo (se cree que el humo se transforma en tortillas para que las divinidades se alimenten). Con una vasija de barro con la cara de Bol, dios del balché, lo sirve en jícaras y las coloca frente a cada braserillo. Con un xate?, vara corta de hoja de palma, toma un poco de la bebida de cada jícara y la deposita en una más pequeña y de allí vierte un poco en la boca de cada uno de los incensarios. Después el anfitrión toma una jícara con el líquido sagrado y sale del adoratorio para ofrendarlo a los dioses en general, regresando y convidando con el mismo a los presentes, los que lo ofrecen a los dioses mojando sus dedos y salpicando a su alrededor. Con esto termina la formalidad del ritual y comienza la embriaguez de los presentes, quienes continúan rezando y honrando a sus santos patronos. Finalmente se bebe la poción que se encontraba frente a los sahumadores, acción con la que concluyen la ceremonia.
"Si no se ejecutan estos ritos, los dioses se enojan y mandan la enfermedad" (1). "Ello significa que los lacandones, como muchos otros grupos, conservan la creencia prehispánica de que los dioses necesitan ser alimentados por los hombres, y uno de los alimentos sagrados es el balché" (2).
(1) McGeeR., J., 1990.(2) Garza, M. de la, 1990.