Uno de los dioses principales para los otomíes de la región de Tatotepec, Puebla. Suele ofrendársele con una costumbre para obtener sus consejos y así resolver problemas personales.
Es representado con una pequeña figura de madera que sostiene una cabeza de dos rostros hecha de barro negro. Para el ritual, el curandero la viste con "su ropa preferida", capa negra y sombrero de charro, cubriéndola con varios muñecos de papel que simbolizan la fuerza anímica o zaki, capaz de atraer la fuerza vital a la figura del intermediario, logrando así la comunicación con él mediante estados de trance y sueños (1).
(1) Dow, J., 1982.