Komel chulelal, komelshi´el, shiel o shi´el ta komel. Caída del espíritu
La "caída del espíritu", conocida popularmente con los sinónimos de komel chulelal, shiel y shi´el ta komel, es entre los tzotziles, así como en muchas otras etnias, una importante causa de demanda de atención, además de ser considerada también una seria causa de mortalidad. Se trata de uno de los síndromes de filiación cultural más frecuentes, y es atendido por los curanderos del grupo, los iloletik (V. curandero).
Las múltiples causas que producen el espanto pueden ser de tipo tanto fortuito como intencional. Cualquier impresión fuerte puede causar la enfermedad, la cual, en última instancia, se produce -según lo expresaron los propios informantes- por la salida del espíritu del sujeto afectado por el susto, espíritu que "queda tirado" en el sitio en donde ocurrió el percance (V. pérdida del alma). Los informantes refieren que los sustos más frecuentes se producen por caídas de caballo, caídas en un arroyo, encuentros con un animal peligroso, etcétera.
Varios son los síntomas que permiten reconocer la enfermedad. Inicialmente, la persona afectada manifiesta una fuerte y persistente sensación de frío, que se acompaña de insomnio; además, cuando logra dormir, su sueño es agitado e intranquilo; asimismo, el sujeto no quiere comer, tiene diarrea, vómitos, se pone pálido y enflaquece rápidamente. Muchos terapeutas mencionan la hinchazón como uno de los síntomas de un tipo particular de susto: el de agua, en el que el paciente se hincha "como un perro que duerme mucho".
Generalmente, el komel chulelal se diagnostica pulsando al enfermo, es decir, evaluando las características que presenta su flujo sanguíneo, lo cual permite al médico tradicional determinar no sólo la naturaleza de la enfermedad, sino también su gravedad (V. pulsar). Pocos terapeutas basan el diagnóstico considerando los síntomas que presenta el enfermo. En algunas localidades, como el municipio de Larraínzar, el curandero inicia el procedimiento diagnóstico recitando una "oración espiritual" de nombre ta schcopoj chulelal itaz valumil, y sólo después pulsa al paciente, cuya sangre le "manifiesta" si realmente padece de caída del espíritu.
Los tratamientos proporcionados por los informantes son numerosos, y en todos ellos se emplean plantas medicinales preparadas en distintas formas, y utilizadas en diferentes prácticas. Destaca el uso de procedimientos de eficacia simbólica, aunados a recursos terapéuticos de origen diverso. De acuerdo con la causalidad manifestada, las terapias tienen la finalidad de recuperar el espíritu caído. Esto se logra llamándolo y haciendo un trueque, es decir, obsequiando una ofrenda a la deidad dueña del lugar a cambio de esa entidad anímica del enfermo. Si bien los terapeutas no lo consignaron en forma explícita, la pérdida del alma no es el único efecto producido por el espanto. En la mayoría de los tratamientos empleados para curar la enfermedad, aparece la idea del aire, la emanación que ha ingresado al cuerpo del sujeto al momento del hecho traumático, y que está contribuyendo a configurar el padecimiento. La limpia es el procedimiento terapéutico destinado a liberar al enfermo de esta clase de agente mórbido, práctica que en ciertas localidades, como Ocozocoautla y Larraínzar, constituye la forma principal de curación del espanto, además de la ofrenda. La mayor parte de los tratamientos también incluyen la administración de preparados de plantas medicinales en forma de tés o de baños, cuyo propósito es tratar algunos síntomas específicos, tales como dolores articulares, dolor de cabeza, hinchazón y calentura, entre otros, que frecuentemente forman parte de las manifestaciones de la enfermedad.
Generalmente, la ceremonia de curación se realiza en el lugar en donde quedó el espíritu (V. espanto de caída). El curandero y el enfermo van al paraje indicado llevando consigo los elementos del ritual: velas, flores, 1/4 litro de posh (aguardiente propio de la región), y un gallo si el enfermo es un hombre, o una gallina si es mujer. Una vez en el sitio señalado, el terapeuta sopla a través de un tecomate, para que su sonido atraiga al alma perdida; después, acomoda las flores y enciende las velas, mientras reza oraciones a Jesucristo, a la virgen y a todos los santos. En ese momento, el curandero pone un trago de posh en su boca y enseguida lo escupe con fuerza para "regañar y maldecir al que se llevó el alma". Después sacrifica al animal y ofrece en voz alta el espíritu del ave a la tierra, a cambio del alma del enfermo atrapada por la deidad del lugar. Entre el terapeuta y la tierra se entabla una especie de "plática", durante la cual el primero propone un "trato": explica que el mal fue "echado" a su paciente y pide la restitución del espíritu a cambio del alma del animal.
En el área de Bochil, antes de sacrificar al animal, el terapeuta limpia al enfermo, primero con la gallina y luego con un ramo de flores. La ceremonia incluye una práctica presente en varios rituales de curación: enterrar algunos "arbolitos" (ocotes), generalmente en forma de cruz, con el objeto de que la enfermedad pase a ellos, al igual que a los otros elementos que intervienen en el ritual -principalmente a las plantas (V. contagio).
En aquellas zonas tzotziles en donde el tratamiento no comprende la llamada del espíritu, la ceremonia se desarrolla en casa del enfermo. En su interior, mientras recita oraciones a Cristo en lengua tzotzil, el terapeuta "siembra seis arbolitos", y enseguida limpia al enfermo, tres veces, con el pollo; luego el animal es sacrificado y preparado en forma de caldo. A continuación, el especialista enciende seis velas y bebe tres o cuatro copitas del aguardiente (un litro) destinado al ritual de curación. Para terminar, la familia del enfermo y el curandero consumen el pollo y toman el resto del licor, mezclado con refresco (seis botellas de Coca-Cola) comprado para la ocasión. La limpia con el pollo se acompaña a veces de "rameadas" (limpia con ramas) con hojas frescas de matar ratón (chuchunuc), árbol grande que se utiliza para cercar corrales.
Si el enfermo esta hinchado, el tratamiento comprende baños tibios con un cocimiento de raíz de zorra, planta considerada de calidad caliente (V. frío-calor). En cambio, si el espantado sufre de dolores de cabeza y de huesos, la planta indicada es el chulelal nichim (V. Rosa chinensis), también llamada chentical vomol, que se prepara igualmente en forma de cocimiento. La terapia incluye la ingestión de este último, en dosis de tres tazas al día. Los terapeutas afirman que esta medicina tiene efectos casi instantáneos, "como si fuera inyección".
Durante el tratamiento, algunos terapeutas recomiendan al enfermo tomar vitaminas, porque muchas veces, en el curso de la terapia, "puede marearse o dormirse", esto es, sentirse debilitado.
El espanto es considerado una seria causa de mortalidad; por ello, los informantes recomiendan tratarlo cuando todavía no ha llegado a un estado avanzado, en el que aparecen complicaciones tales como diabetes, hinchazón generalizada e, incluso, la muerte del enfermo.
Los terapeutas aseguran que cualquier persona puede sufrir el espanto, y que no existe manera de prevenirlo en razón de su peculiar naturaleza, ya que las causas que le dan origen "son cosas que suceden".