Se cree que los pápagos y pimas actuales descienden del grupo hohokam, cuyo origen se desconoce y que a principios de nuestra era habitaban el desierto de Arizona-Sonora. Como consecuencia de la guerra de 1847 contra Estados Unidos, el territorio pápago y pima alto se dividió sin el consentimiento de ambos grupos. En la porción norteamericana, los pápagos quedaron restringidos a una pequeña reservación, en tanto que, los del lado mexicano fueron despojados de la mayor parte de su territorio y arrojados al inhóspito desierto. En la actualidad ocupan menos del 10% de lo que fue su antiguo habitat.
En lengua pima, "pápago" significa "gente frijolera". Ellos se autodenominan tono-ooh´tam, "gente del desierto"; al mexicano lo llaman schwchak y al norteamericano mirikan, que son términos con cierta connotación peyorativa. Tanto el idioma pápago como el pima se hallan estrechamente relacionados, y ambos pertenecen a la rama Pimana del Yuto-Nahua. La lengua ha caído en desuso y sólo los ancianos y algunas mujeres adultas son monolingües, en tanto que la mayoría de los jóvenes y quienes viven a los lados de la franja fronteriza son hablantes de pápago, español e inglés. Es importante señalar que la lengua materna constituye el nexo más importante entre los pápagos ubicados tanto en México como en Estados Unidos.
Existe una tendencia de la población pápago de México a disminuir, mientras que la de Arizona va en aumento. Debido a lo disperso de sus comunidades en Sonora y al constante flujo de pápagos a uno y otro lado de la frontera, resulta difícil obtener un censo sistemático y confiable; quizá por esta razón no aparecen en el Censo de 1990. Sin embargo, para 1982 se censaron 12 localidades que albergaban a 459 miembros del grupo; hay que advertir que los diferentes estudios realizados entre esta etnia arrojan cantidades muy variables. Así, por ejemplo, un estudio hecho en 1963 estimaba que en Sonora había 450 pápagos, mientras que en 1977 otra investigación informaba la existencia de aproximadamente 300.
Los asentamientos pápagos de México se encuentran al noroeste del estado de Sonora. Les pertenece una superficie de casi 83 000 ha del valle del Altar, aun cuando sólo ocupan pequeñas fracciones del mismo. Habitan en seis pequeñas localidades: Pozo Prieto, Las Norias y San Francisquito del municipio de Caborca; Quitovac, del municipio de Puerto Peñasco; Pozo Verde, municipio de Saric, y El Bajío, municipio de Altar, en donde conviven con población mestiza.
El desierto del Altar es uno de los más secos y áridos del mundo, con elevadas temperaturas, fauna pobre y vegetación baja diseminada en manchones de matorral espinoso, saguaros y pitahayas. Se caracteriza por el elevado número de hierbas efímeras de invierno como la gobernadora, el ocotillo, el torote, el palo verde y el palo fierro. En la época de lluvias el desierto es cruzado por algunos ríos y pequeños arroyos que corren hacia la costa, lo que crea condiciones para sembrar. Los bosquecillos de saguaro florecen, el mezquite de pechita y los matorrales espinosos proporcionan alimento al reducido ganado y se recolectan los frutos y semillas silvestres. Algunas sierras aisladas surcan la región del Altar en el noroeste del estado, como la sierra del Tule, la de Sonoita y Pinacate, que poseen una altura promedio de 1,415msnm.
La fauna está compuesta por: coyotes, zorras, cacomixtles, venados, puerco espín y jabalíes; las aves típicas de la región son: correcaminos, cuervos, aguilillas, buitres y tecolotes. También hay serpientes de cascabel y otros reptiles y diversas variedades de artrópodos y arácnidos.
Los pápagos basaban su economía en las actividades agrícolas y ganaderas además de la recolección y cacería, situación que ha cambiado en el transcurso del tiempo. Esto se debe, en parte, a la adversidad del clima, la falta de agua, lo inhóspito del suelo y a la invasión del ganado de los particulares, que acaba con los escasos recursos ecológicos e impide que el propio ganado de los indios medre en ese terreno. Lo anterior ha obligado a los pápagos a migrar, ya sea para vender su fuerza de trabajo en las zonas de agricultura avanzada, dentro del propio estado de Sonora, o, más frecuentemente, para emplearse como jornaleros o en el renglón de los oficios en Estados Unidos, donde logran ingresos y prestaciones más elevados. La forma común de migración era temporal, ocurría siguiendo el calendario de las cosechas y les permitía regresar a sus comunidades; sin embargo, cada vez es mayor el número de miembros que migran definitivamente a las reservaciones de Estados Unidos, en donde se les proporcionan terrenos y facilidades relativas para sus nuevos asentamientos, o bien a los poblados próximos que rodean el territorio de la reservación, donde desempeñan diversos oficios. Estas actividades les permiten obtener elevados ingresos, escolaridad, salud e, incluso, la posibilidad de conseguir una profesión universitaria, algo que en México les resulta inaccesible.
Con respecto a los que viven en las zonas urbanas de Peñasco, Sonoita y Quitovac, aunque no se puede decir que sean representativos del grupo pues el parentesco de sangre es lejano en muchos casos, se muestran orgullosos de sus antepasados y mantienen nexos con los parientes que viven en lugares como Las Norias y San Francisquito.
La diversificación de actividades en estas zonas -desde pescadores en Puerto Peñasco hasta albañiles y carpinteros en otros centros urbanos- ha hecho que sus asentamientos se vuelvan definitivos. Sin embargo, hay pápagos que están dispuestos a regresar a sus lugares de origen, con la única condición de encontrar tierras y un mínimo de servicios disponibles.
Los pápagos no muestran interés por acumular bienes materiales o riquezas; les basta con satisfacer sus mínimas necesidades. Tampoco se interesan por empleos fijos, ya que necesitan disponer de tiempo para tramitar y recuperar parte de sus antiguas tierras de Sonora.
Se puede decir que la mayor parte de ellos se dedican a actividades dentro del sector primario de producción, seguido del comercio y de los servicios; mantienen el interés por desarrollar la ganadería y manifiestan la necesidad urgente de contar con el servicio de agua entubada, principalmente en el área rural de la franja fronteriza. Como una forma de completar el gasto familiar, algunos pápago todavía elaboran alfarería y "coritas" (cestos hechos con fibras de mezquite y torote) que comercializan, las más de las veces, en Estados Unidos.
Los servicios con que cuentan son deficientes; en algunos sitios hay jagüeyes o abrevaderos, como en San Francisquito y el Bajío, pero es notoria la falta de recursos acuíferos tanto para el consumo humano, como para otro tipo de necesidades esenciales. A las rancherías se accede por carreteras de terracería y no existe transporte regular; se carece de luz eléctrica y de comercios.
La falta de escuelas es notoria, excepto en Quitovac, donde existe un albergue escolar dependiente de la SEP-INI; debido a este problema, muchos niños tienen que migrar para estudiar en los centros escolares de las reservaciones indias, con el consiguiente efecto de asimilación cultural que dificulta su entendimiento con los no migrantes.
Los pápagos viven en pequeñas rancherías; las casas son rectangulares con muros de adobe, embarro o varas de ocotillo y cimientos de piedra; el techo es plano, con un ligero declive que a veces se prolonga en una enramada, la cual, durante el verano, sirve de dormitorio y cocina. Hay algunas casas modernas pertenecientes a gente que recibe ayuda de sus parientes del vecino país, las cuales están equipadas con muebles modernos de manufactura norteamericana.
La infraestructura médica en el área urbana proporciona atención en forma regular a la población pápago. En Caborca, la Secretaría de Salud cuenta con un Centro de Salud con hospital que proporciona servicio de cirugía y laboratorio. En Puerto Peñasco y Sonoita se cuenta con una infraestructura similar. En contraste, la zona rural sólo cuenta con los servicios proporcionados por el Centro Coordinador del INI, que no cumple satisfactoriamente con su finalidad.
Los pápagos aceptan algunos aspectos de la religión católica. Cuentan con iglesias y en ocasiones requieren de los servicios de sacerdotes católicos, celebran algunas fiestas cristianas y tienen un santo titular para cada pueblo; pero su religión gira en torno al culto del "hermano mayor", deidad que controla a la naturaleza. Es usual que la gente tenga conocimientos médicos basados en la herbolaria y confían en los curanderos que la utilizan. Tienen lugares sagrados, tanto en Sonora como en Arizona, y algunos ancianos entonan canciones ceremoniales en pápago antiguo, que los jóvenes y adultos no entienden.
La tradición oral, leyendas y relatos acerca de su pasado, funcionó hasta la generación pasada como una forma endoculturativa del grupo, siendo un factor importante en la educación de los niños, pero debido al proceso de aculturación, este elemento se ha ido perdiendo.