Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana
Entonar el cuerpo

Procedimiento diagnóstico y curativo en el que el curandero, por medio del humo del cigarro, observa y recupera el aliento del enfermo (V. sombra).

Para los yaquis de Sonora, el cuerpo está formado por siete sombras: tres de cada lado y una en el centro. Las sombras de ambos lados representan al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y constituyen la unión directa con Dios; las del lado derecho se consideran las más importantes. La sombra central es el ángel de la guarda, que envuelve todo el cuerpo y lo protege, y recibe el nombre de hueso, aldilla, sendal o sendero de Dios. Dicha sombra es la que resiente las enfermedades naturales, y se encarga de proteger la "carne" o "cuerpo". Las siete forman una unidad (siete vientos o siete alientos) en calidad de ángeles de la guarda; el desarreglo o la salida de una de ellas, provoca enfermedad en el individuo, y hace necesaria la ayuda de un especialista para reintegrarla o reubicarla dentro del cuerpo del afectado.

La curación debe realizarse tres veces al día, siempre a la misma hora: al amanecer, a medio día y al oscurecer. En su inicio, el terapeuta dice: "vamos a velar este cuerpo" y pide gracia y bendición a Dios. Coloca en una silla al enfermo, viendo una cruz de estrellas que representa la Cruz de Roma, centro del poder de Dios, y lo sitúa en un semicírculo formado por algunos de sus parientes, a los cuales les reparte macuches "cigarros sagrados" (V. macuche), y comienzan los rezos. El curandero se coloca a espaldas del paciente y enciende el cigarro de éste, en forma convencional, al igual que los de los demás, mientras que él invierte su cigarro, soplando el humo hacia el extremo no encendido. En cada sesión, sopla el humo tres veces a la derecha y tres a la izquierda y sobre la mollera del enfermo. El número mágico en la medicina tradicional yaqui es el tres, y debe ser utilizado por el médico para obtener la confianza del paciente.

Durante el tratamiento, se dice que el cigarro calienta los huesos del doliente por medio del humo, brindándole vigor y fortaleza. Al mismo tiempo, el terapeuta puede observar las sombras y verificar si están completas y en su lugar. Después, con la ayuda del macuche y de los espíritus guardianes que posee el curandero, éste procede a ubicar el soplo anímico perdido, introduciéndolo por la mollera. En ocasiones, sus ángeles guardianes batallan mucho para rescatar la sombra perdida, y una vez introducida por la fontanela anterior, el terapeuta deja a dos de sus espíritus, uno frente a la "mollera" y otro frente a la puerta de la casa durante ocho días, para cuidar la estabilidad del paciente, hasta que el "alma se contente con el cuerpo" (1) (V. levantar la sombra)

Índice de Autores

(1) Ochoa Robles, H. A., 1990.

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