Útero.

A este órgano se le prodiga un cuidado especial para que pueda cumplir con su función reproductiva, evitando la frialdad, pues según el consenso popular, debe ser portador de un calor particular que permita la concepción y desarrollo de un nuevo ser (V. frialdad en la matriz). A todas las mujeres en edad fecunda se les inculcan los cuidados necesarios durante la menstruación, embarazo, parto y, particularmente, durante la cuarentena, para prevenir cualquier trastorno que pudiera alterar su función (V. esterilidad femenina, caída de matriz y cachán). En muchas ocasiones, esta tarea se encomienda al miembro femenino más viejo de la familia, y en otras, es la partera la encargada de instruir a todas las mujeres de la comunidad, particularmente a las primerizas.

Según algunas comadronas de Hueyapan, Morelos, la matriz es el "músculo" principal del cuerpo de la mujer, pues consideran que el adecuado funcionamiento de éste depende de aquélla, ya que la matriz está conectada y sostiene, a la vez, a todas sus partes. Asimismo, también le son asignadas las funciones de la digestión, el alojamiento de orines y la reproducción. Quienes creen que es en la matriz donde se digieren los alimentos, ponen énfasis en el cuidado de la alimentación, ya que es peligroso ingerir alimentos fríos como limón, cebolla, sandía, carne de cerdo, etcétera, que pueden enfermar la sangre y crear desechos en este órgano (V. frío-calor). En cuanto a la función reproductora, se aconseja que todas las mujeres sean muy cuidadosas en la forma en que utilizan físicamente su cuerpo, ya que cualquier movimiento brusco o indebido podría aflojarles la matriz y provocarles muchos malestares (1).

Los yaquis de Sonora conciben que el útero posee dos "bocas" o salidas opuestas. Por tal razón, durante el parto, la mujer se ciñe fuertemente por encima del globo uterino para facilitar el descenso del bebé, evitando así que ascienda a la boca superior (2).

Índice de Autores

(1) Álvarez Heydenreich, L., 1987.

(2) Ochoa Robles, H. A., 1967.

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