Lengua indígena: Zapoteco (Oax) guíixha.

Enfermedad que se origina por presenciar un acto sexual, que en la mayoría de los casos conduce a un "enfriamiento de la sangre" del enfermo, debido a la impresión recibida o a la manifestación de un deseo sexual. No siempre resulta afectado el espectador involuntario, también puede serlo cualquiera de los componentes de la pareja sorprendida, dependiendo de la "debilidad" o "fortaleza" del individuo para recibir impresiones.

Los síntomas comunes son cansancio, dolor de ojos, adelgazamiento, falta de apetito y languidez, que suelen agravarse si la enfermedad no es tratada oportunamente. La presencia de vómito y diarrea indican que el enfermo tiene pocas esperanzas de salvarse de una muerte casi segura.

Para su tratamiento no es necesaria la intervención del curandero, ya que por ser del dominio público, en algunas comunidades del istmo de Tehuantepec lo realiza la familia o los amigos del afectado. Se cree que la curación de éste puede ser pronta si comunica lo visto y sucedido, pero si permanece callado, puede sobrevenirle la muerte.

Si se trata de un niño o joven, lo apremian para que cuente lo acontecido, después lo montan al revés sobre un burro, dando la espalda a la cabeza del animal. Posteriormente golpean al burro con nervaduras de hojas de plátano, y se van deteniendo frente a las casas, haciéndole narrar cada vez al enfermo la escena observada. Cuando se apena y se niega a hablar -se dice que esto sucede frecuentemente en el caso de adultos- los amigos se encargan de emborracharlo y llevarlo a un platanal para que, abrazado a un tronco de plátano, relate lo sucedido. Se afirma que la mata escogida para albergar tales confidencias, se seca.

Otra curación consiste en llevar al paciente montado en un burro hasta el río por dos o tres noches seguidas. Durante el trayecto, lo van "barriendo" con ramas de cacao (Theobroma sp.), de trovador (?) (1) y de cordoncillo (Piper aduncum) (V. limpia), al mismo tiempo que van "regañando" a la enfermedad con calificativos tales como "cochina", "cobarde", etcétera. Después lo emborrachan y lo ayudan a cruzar a la orilla opuesta del río; ahí, lo bajan del burro y lo dejan sentado, para que, en soledad, escarbe siete pocitos en la arena, depositando una a una siete piedritas en cada hoyito, mientras cuenta lo que presenció. Si con este tratamiento no se alivia, tiene que ser conducido por la tarde a una labor, para que abrace siete troncos de plátano y les haga el relato. Un informante comenta que cuando padeció el pega triste, le daba tanta pena platicar lo acontecido, que prefirió dibujarlo en la tierra, informando de esta manera a todos sus amigos, obteniendo así el alivio (1).

Índice de Autores

(1) Gárate de García, C, 1960.

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