Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana
Semillas de la virgen

Sinónimo(s): campanilla, campanilla blanca (Oax) (1), flor de la virgen (Oax) (1 y 2), flor de Pascua (Tab) (2), flor de pasina (Tab), hierba de la serpiente (Oax) (1), hierba de la virgen (Oax), loquetico (Chis) (1 y 2), manto (Ver) (2), manto del cielo (3 y 4), manto de la virgen (Oax) (1), piule (Oax) (1 a 5), quiebraplatos (Pue) (6), santa, señorita (Oax) (2), tumbacaballo (Chis) (2). Lengua Indígena: Chinanteco a-mu-tía (1), huan-mei, mo-ho-quiot-mag, ua-men-hasey (2). Mazateco noso-le-na (2). Mixteco yuca-yaha (1 y 2). Maya xtabentum (1 y 2). Náhuatl coatlxoxouhqui (1), cuexpalli, ololiuhqui (1 y 2). Zapoteco badoh (1 y 2), bido shnaash, bitoo (1), cuanbodoa (1 y 2), pitoo (2).

Nombre que reciben dos especies de enredaderas cuyas semillas, con virtudes psicoactivas, son utilizadas en rituales iniciáticos, adivinatorios, diagnósticos y curativos por chinantecos, mazatecos, mixtecos y zapotecos, todos ellos grupos indígenas de Oaxaca.

Sus denominaciones parecen aludir a la intervención de una doncella o niña en la preparación de una bebida, figura asociada con la Virgen del culto cristiano (7).

De acuerdo con Schultes (3 y 4), en México existen dos especies de manto del cielo (Turbina corymbosa e Ipomoea violacea) pertenecientes a la familia Convolvulaceae. Pese a que ambas comparten la misma denominación por la naturaleza de su efecto psicoactivo, sus semillas se diferencian claramente por el color y la forma: en la primera, son pequeñas, redondeadas y parduscas; mientras que en el segundo caso son negras y de bordes angulosos. (V. badoh negro).

Sin importar la finalidad con que se ingieran, éstas deben ser colectadas por la persona interesada (iniciado, curandero, paciente) y molidas en un metate por una mujer virgen -de preferencia una niña-, en un ritual especial acompañado de una compleja plegaria. Se agrega agua al polvo resultante, y la bebida se cuela. Su ingesta se efectúa en un ambiente reverente y místico, aislado, tranquilo, en la oscuridad (preferentemente de noche), de tal forma que el sujeto, en el "viaje", logre entablar el contacto con lo divino para obtener la respuesta esperada.

La literatura etnográfica describe uno de los usos rituales en la comunidad mazateca de Soyaltepec, Oaxaca, dentro de las prácticas iniciáticas del curandero (V. shuta tshinea).

Los que van a aprender a ser curanderos, antes de escuchar las pláticas de los maestros, toman una jícara mediana con semilla molida de la planta llamada semilla de la virgen, espesada en agua. Deben tomarla antes de haber cenado. Las lecciones son en la noche, temprano, en casa del curandero que enseña. Luego se produce una borrachera durante la cual la persona escucha lo que le dicen y ya no se olvida. Así aprende para qué sirve cada hierba (8:165).

Otros afirman que mastican las semillas de la virgen y poco tiempo después logran hablar con Dios, el padre eterno, quien les enseña las formas de curar, las propiedades de las yerbas y las alabanzas (8).

En cuanto a su empleo en el diagnóstico y curación de las enfermedades, Wasson reproduce la siguiente experiencia relatada por una curandera zapoteca de San Bartolo Yautepec, Oaxaca.

Primero, la persona que va a ingerir las semillas tiene que disponerse solemnemente a tomarlas, y a salir y a cortar las ramas con la semilla. También tiene que hacer un voto a la Virgen a favor de la persona enferma, para que las semillas hagan su efecto en ella. Si no hay tal voto, no habrá efecto. La persona enferma debe buscar un niño de siete u ocho años, mujer si el paciente es hombre y varón si la paciente es mujer. El niño deberá estar recién bañado y con ropa limpia, todo fresco y atildado. La semilla es entonces medida; alcanzará la cantidad que llene el hueco de una mano, o más o menos un dedal lleno. El día tiene que ser viernes, pero en la noche, entre las ocho o las nueve, y no debe de haber ruidos, ningún ruido. Para moler las semillas en el principio dices: `En el nombre de Dios y de la Virgencita, sé buena y concédeme el remedio, y dinos, Virgencita, qué tiene de malo este enfermo. En ti depositamos nuestras esperanzas´. Para colar la semilla molida se usa un trapo limpio, un trapo nuevo si es posible. Cuando se da la bebida al paciente, se deben decir tres padrenuestros y tres avemarías. Un niño deberá llevar el tazón en las manos, junto al incensario. Después de que ha bebido el licor, el paciente se acuesta. El tazón con el incensario se coloca debajo de la cabecera de la cama. El niño debe quedarse con la otra persona, esperando, para cuidar al paciente y para escuchar lo que diga. Si hay una mejoría, entonces el paciente se queda en cama, no se levanta. Si no hay mejoría, el paciente se levanta y se acuesta de nuevo, enfrente del altar. Se queda allí un rato, y después se pone en pie y se va a la cama otra vez, y no debe hablar hasta el día siguiente. Y así todo se revela. Se te dice entonces si el problema se debe a un acto de malicia o si responde a una enfermedad (9:345-346).

Los usos medicinales de ambas especies de semillas no parecen haber cambiado mucho desde los tiempos prehispánicos. Los cronistas españoles informaron que el ololiuhqui (nombre antiguo que recibían las semillas de T. corymbosa y cuya planta era llamada coatl-xoxouqui, planta serpiente), así como el tlitliltzin (denominación que daban a la I. violaceae), eran importantes alucinógenos empleados por los mexicas, con fines religiosos, mágicos, médicos y adivinatorios. Hernández señala que cuando los sacerdotes deseaban comunicarse y recibir mensajes de sus deidades, comían esta planta para tener delirios e incontables visiones. En realidad, los españoles pronto advirtieron que el ololiuhqui, al igual que los hongos y otras plantas, era algo más que un simple medio de comunicación con lo sobrenatural. Era una divinidad objeto de adoración, guardada reverentemente dentro de los altares secretos en las casas de los chamanes del pueblo, y aun en las de la gente común. Ruiz de Alarcón testimonia:

Cuando algún viejo que es como cabeza de linage á tomado por abogado al ololiuhqui o al peyote, o algún ídolo, le hazen el cestoncillo el más curioso que pueden, donde lo guardan, y dentro del van poniendo lo que le ofrecen como yncienso, algunos pañitos labrados, vestiditos de niñas, y otras cosas a este tono, y tienesse aquello en tanta custodia y veneración que nadie se atreve a abrir la petaquilla, y mucho menos a la ofrenda que está adentro, nial ololiuhqui, peyote o ídolo... Deste cestoncillo con lo que tiene dentro son herederos los hijos y desendientes, sin que en ello se atreua ninguno de la generación a descuidarse... (10:38).

La determinación botánica de ambas especies tiene una historia llena de imprecisiones y ambigüedades. No fue sino en 1939 que se presentaron datos taxonómicos y etnológicos concretos que permitieron identificar a la T. corymbosa, antes Rivea corymbosa, como el ololiuhqui de los antiguos aztecas; veinte años más tarde, se identificó a la I. violacea, usada en ceremoniales zapotecos, como el nombrado tlitliltzin de las fuentes coloniales (1) (3 y 4).

Los datos etnológicos ponen de manifiesto que la ingesta de estas semillas induce un estado de particular revelación, observación que ha sido corroborada por descripciones de autoexperiencias individuales y grupales, controladas experimentalmente. No se trata de un efecto alucinógeno, pues más bien son inductoras del trance; es decir, evocan un estado de quietud y abstracción, sin producir cambios sensoriales cualitativos. En la mayoría de los casos, el sujeto experimenta estados de interioridad e, incluso, refiere cierta irritación ante los estímulos externos, de aquí que se busque la oscuridad, la tranquilidad y el silencio nocturnos para experimentar tal trance sin malestar. Se presenta un estado de letargia, esto es, apatía y quietud por varias horas. En esta fase se refieren alteraciones cognoscitivas, incrementándose la "imaginería visual", en forma semejante al sueño. A esto le sigue una tendencia a la agudización de los estados de concentración y reflexión. Al finalizar la letargia, se produce una total recuperación e, incluso, un estado de particular lucidez y claridad mental (5), siendo quizá éste el momento que aprovechan los iniciados para aprender los conocimientos transmitidos por sus maestros curanderos.

Recientes estudios fitoquímicos de ambas especies revelan la presencia de alcaloides ergotamínicos, de mayor concentración en las semillas de Ipomoea que en Turbina. Los principales constituyentes químicos de la semilla de la virgen (Turbina corymbosa) son la amida y la hidroxietilamida del ácido lisérgico, los cuales, a pesar de su semejanza con el LSD, presentan efectos diferentes en potencia y cualidad (3 a 5).

Índice de Autores

(1) Lozoya Legorreta, X. et al., 1982.

(2) Aguilar Contreras, A. et al., 1982.

(3) Schultes, E. R., 1982.

(4) Schultes, E. R. et al., 1982.

(5) Díaz, J. L., 1984.

(6) Tascón Mendoza, A., 1992.

(7) Furst, P., 1980.

(8) Incháustegui D., C., 1977.

(9) Wasson, R. G., 1966.

(10) Heyden, D., 1985.

MM y SM