Chiin catzoo, kitso ninda´a o kitzoxin-kitzóninda. Hueso quebrado
La quebradura de algún hueso constituye un padecimiento que con frecuencia atienden los hueseros mazatecos. Aunque, por lo general, la causa de demanda de atención recibe esa designación, muchas veces es señalada con el nombre del hueso accidentado: costilla sumida, por ejemplo. Un hueso se puede fracturar cuando recibe un golpe considerable, lo que puede ocurrir si un sujeto se pega o sufre un accidente como una caída, acontecimientos comunes en las regiones donde habita la población indígena del país. El paciente que sufre una lesión de este tipo manifiesta un intenso dolor en el lugar del golpe recibido, que le impide realizar cualquier movimiento; la zona presenta hinchazón y adquiere una coloración violácea.
Para determinar la naturaleza de la lesión, el huesero, con mucho cuidado, "va tocando con el dedo gordo de la mano y siente lo disparejo, donde está el hueso quebrado". Varios de los tratamientos consignados, son análogos a los empleados para tratar la zafadura, con la diferencia de que cuando existe una fractura, es necesario primero reducirla y enseguida conseguir la completa inmovilidad del miembro lastimado por un lapso no menor de dos meses. Así, en uno de los tratamientos, el terapeuta "primero aprieta el hueso hasta que empareja; después lo caldea, es decir, calienta la región afectada con hojas de mantecoso calentadas con un pedazo de ladrillo; enseguida, coloca sobre ella la mezcla de trementina, miel y copal blanco, y la cubre con hojas calientes de chirimoya; finalmente, pone "unas tablitas de ocote del tamaño del hueso quebrado" y la venda con un trapo. Ciertos terapeutas incluyen, entre los ingredientes de la mezcla, "hilitos de tela de araña, para fortalecer y amacizar el hueso".
En otros tratamientos, después de acomodar el hueso lesionado, el terapeuta calienta resina de ocote a la que agrega lana de borrego negro; "la mezcla se pega a la carne como parche y encima se ponen las tablillas; luego se venda".
Si el accidente, además de la fractura, produjo una herida, algunos terapeutas proceden de la siguiente manera: primero lavan la herida con agua caliente con sal para quitar la sangre y, después de tomar hongos, acomodan el hueso; antes de entablillar, untan una pasta preparada con un bejuco, o emplean "la leche del árbol de hule".
Ciertos huesos no pueden entablillarse. Con ellos es necesario seguir otro procedimiento. Este es el caso de la "costilla sumida". Para localizar la pieza dañada, el médico "revisa cada una de las costillas, y luego siente la que está sumida o puede estar levantada". A continuación, "va enderezando con los dedos, poco a poquito, hasta acomodar el hueso". Después de calentar la zona, toma una hoja de cuaderno y coloca en ella una tela de araña, sobre la cual vacía la mezcla de trementina, copal y miel; enseguida, la pone en el área lastimada y, por último, venda.
Un hueso quebrado debe ser atendido de inmediato; de no ser así, "no se cura el dolor, y la hinchazón va aumentando"; "si es un hueso delicado, la persona puede morir".