Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana
Miel de abeja

Sinónimo(s): miel de colmena.

Sustancia dulce de gran valor nutricional de consistencia viscosa, que las abejas producen después de libar el néctar de las flores, proporcionando así el alimento a la colmena (V. abeja).

En el ámbito terapéutico, la miel es el producto de las abejas más utilizado, debido a sus múltiples propiedades para curar un gran número de padecimientos, entre los que destacan los derivados de problemas respiratorios, como dolor de anginas, tos, ronquera, bronquitis, laringitis, etcétera. Puede ingerirse sola, mezclada con otros elementos, o bien como endulzante de las distintas infusiones de plantas medicinales y tés prescritos para estas dolencias. Los nahuas de Santiago Yancuictlalpan, Puebla, mencionan una miel denominada "miel de colmena chiquita", sin especificar la especie de abeja que la produce, muy útil para endulzar las infusiones medicinales en el tratamiento curativo de la tos ferina; y para limpiar el interior de la boca de los niños en el caso del algodoncillo (1). En Huejutla, Hidalgo, destaca el consumo de la llamada miel virgen, producida por una abeja de la especie Trígona, para regular el flujo menstrual, aliviar los dolores postparto y como tónico para ancianos (2).

La miel de abeja aún conserva un carácter sacro en la celebración de diversos rituales: por ejemplo, los lacandones consideran sagrada a la miel con la que se prepara la bebida ceremonial llamada balché, por lo que se procura utilizar siempre miel silvestre que conserva su pureza por no haber sido tocada por el hombre. En algunos sitios, se mantiene esta pureza guardando en el interior de la ermita u oratorio los troncos ahuecados que les sirven de apiarios, no permitiendo su uso para otros propósitos que no sean los ceremoniales (3).

Muy probablemente la miel que aquí se menciona no sea de Apis mellifera, sino de otras especies de abejas silvestres como las meliponas y trígonas, muy comunes en el sureste, que también acostumbran anidar en el interior de los troncos huecos y son reconocidas por sus múltiples usos en la terapéutica tradicional. Darchen menciona que tanto las meliponas como las trigonas carecen de aguijón, lo cual permite su manejo fácil y no peligroso. Su miel posee más humedad que la de Apis mellifera, por lo que fermenta más rápidamente.

Los antiguos mayas también utilizaban esta miel para elaborar el balché, bebida considerada mágica en la que existen sustancias o principios activos de la planta Lonchocarpus (Leguminosae) con propiedades reconocidas. La miel era primordialmente ofrendada en los sacrificios y un medio indicado para establecer relación con lo divino (4).

En el Códice florentino se menciona a las abejas y avispas como insectos productores de miel; sin embargo, poco se dice sobre la Apis mellifera. Se sabe que fue a partir de la introducción de la raza italiana durante la Conquista, que se menospreció el cultivo de la abeja nativa en pro de la nueva especie, por ser de más fácil manejo y mayor rendimiento, con lo que se estableció un avance importante en la industria apícola. No obstante, la abeja prieta, nombre dado a la especie nativa ampliamente distribuida, era y es explotada de manera natural en troncos huecos, por los diferentes grupos étnicos del país (5).

En 1985, Crane refiere que la miel tiene efectos antibacteriales sobre Salmonella, Staphilococcus aureus, Micrococcus flavus y Bacillus cereus.

Al ponerse en contacto con cualquier fluido, la miel se diluye; la enzima glucoxidasa que contiene reacciona entonces con la glucosa para producir glucolactona y peróxido de hidrógeno. El peróxido de hidrógeno es inestable y se descompone, pero su continua producción le da a la solución de miel una propiedad bactericida (6:154).

Crane también menciona que la miel se ha utilizado con éxito en hospitales europeos como cubierta quirúrgica, pues resulta más cómoda que la mayoría de los vendajes, debido a que no se pega a la piel y a las heridas por amputaciones, o a las heridas sumamente infectadas, en las úlceras por decúbito, úlceras de la piel y varicosas, y especialmente en heridas desgarradas difíciles de vendar. Incluso existen reportes empíricos de que las quemaduras que se untan inmediatamente con miel sanan bien, sin infección, y dejan menos cicatrices que las tratadas de otras formas (6). En México, en diversos hospitales del IMSS, también se ha informado sobre su uso exitoso como cubierta quirúrgica (7).

Índice de Autores

(1) Cuerno Clavel, L., et al., 1989.

(2) Ramos-Elorduy, J., et al., 1988.

(3) Villa Rojas, A., 1968.

(4) Darchen, R., 1989.

(5) Ramos-Elorduy, J. et al., 1989.

(6) Crane, E., 1985.

(7) Campos-Navarro, R., 1992.

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