Los terapeutas que brindaron información acerca de los conceptos, las creencias y las prácticas de la medicina indígena chatina, residían en los municipios oaxaqueños de San Miguel Sola de Vega (distrito Sola de Vega), Santa Catarina Juquila y San Miguel Panixtlahuaca (distrito de Juquila). La edad promedio del grupo -conformado por partes iguales de hombres y mujeres- era de 56 años al momento de la aplicación de la encuesta. El 75% declaró ser hablante de lengua chatina exclusivamente, mientras que el 25% restante era bilingüe de chatino y español. El analfabetismo predominaba en el grupo, pues sólo uno de los informantes manifestó saber leer y escribir, y uno más declaró saber leer.
Como en muchos otros grupos indígenas, entre los chatinos la práctica de la medicina tradicional no constituye una ocupación exclusiva: la mayor parte de los terapeutas alternan su quehacer médico con las labores del hogar o las tareas agrícolas. La profesión de hierbero fue la más frecuente, combinada con otras especialidades, particularmente con la de partero (fenómeno que queda evidenciado en el informe sobre las causas de demanda de atención, en donde las tareas vinculadas a la ginecoobstetricia ocupan un lugar relevante). El hierbero adquiere sus conocimientos mediante diversos mecanismos. Por una parte, su vocación es explicada como un "don", un atributo que se define desde edades tempranas: "el oficio no se aprende, sólo se siente; sale de una necesidad ante la falta de médicos, especialmente en los tiempos de antes; la comunidad necesitaba que la atendieran y entonces había que hacer lo que decía la cabeza, pues para cada enfermedad hay que buscar una medicina". Por otra parte, el terapeuta chatino se apoya en el autoaprendizaje como una forma complementaria de adquisición de los conocimientos. En cualquier caso, cuando se enfrenta a la enfermedad, busca determinar cuál es el remedio que debe utilizar, cuál es el efecto esperado de las hierbas, todo ello con ayuda de "la iluminación divina de Dios". La transmisión oral de conocimientos de un hierbero a otro constituye otra forma de aprendizaje, y puede ocurrir tanto en el ámbito doméstico como en el comunitario. La especialización se logra a través de la realización frecuente de actividades, llevadas a cabo para satisfacer las necesidades de atención, ya sea como padre o madre ante las enfermedades de los hijos, ya sea ante la eventualidad de tener que asistir a una parturienta. En algunos casos, la vocación de la partera le es revelada por medio de sueños, los cuales son interpretados "como un aviso de su destino"; por ejemplo, en Panixtlahuaca, "la mujer que sueña con alguna santa, una virgen o un señor bueno", interpreta el dato como un indicio de que debe ejercer la partería.
Las causas de demanda de atención por las que son requeridos sus servicios, son: diarrea, vómito, disentería (tzat ne), disenterías blanca y roja, estreñimiento, infecciones estomacales, sabor amargo en la boca, enmadradura, paperas, imposibilidad de orinar, problemas renales, alferecía, calentura (hua), fiebre, dolores (de rodilla, dolor de cintura y de cadera, de reuma, de cabeza, de espalda y de oído), problemas menstruales, hemorragia en la mujer, llanto de las mujeres cuando reglan, complicaciones durante el embarazo (las más usuales son las causadas "cuando el niño viene en mala posición"), riesgo de aborto, tratamientos para lograr el embarazo, dolores durante el embarazo, atención del parto, dolores y postergación del parto, problemas "para que baje la placenta", dolores internos y dolores posparto, tratamientos anticonceptivos (anticoncepción) tratamientos para fortalecer a la mujer durante el parto y el posparto (puerperio), caída de mollera, espanto (ätzoi cua), aire (yea ecuane), mal de ojo (soij loaraë), mal de orines, diabetes, hemorragia nasal, ataques y convulsiones, desmayos, granos en la piel, erisipela ("disipela"), sarampión, resfriado de los niños, tos ferina, asma, bronquitis, paperas, fracturas (hikihua) o desconcertaduras de las manos o de los pies, zafadura de huesos, golpes que producen sangrados internos, picaduras o mordeduras de animales ponzoñosos, "aturdimiento por picaduras de avispas", infección de heridas, hinchazones con pus e ictericia. Como puede apreciarse, se trata de un vasto conjunto que abarca desde los grupos muy frecuentes de afecciones gastrointestinales y respiratorias, dermatológicas y musculoesqueléticas, hasta complicaciones de carácter ginecoobstétrico y síndromes de filiación cultural.
Aproximadamente una tercera parte de los terapeutas chatinos son definidos como curanderos; éstos, al igual que las parteras y parteros, aúnan a su práctica principal alguna especialidad. Las combinaciones más frecuentes son las de curandero-partero, curandero-sobador, curandero-hierbero y curandero-pulsador. Aunque es probable que la observación de la práctica de otros terapeutas sea un factor concomitante, los curanderos chatinos señalan el autoaprendizaje como el camino principal que se recorre para alcanzar los conocimientos, atendiendo a "sus propios pensamientos" y, en consecuencia, prescindiendo de todo tipo de magisterio. Esta experiencia individual y propia es obtenida ensayando, individualmente, nuevas terapias y recursos medicamentosos.
Entre las causas de demanda de atención que competen a este grupo se encuentran: atención del embarazo, solicitud de manteadas, dolores antes del parto, sangrado previo al parto, riesgo de aborto, "parto prematuro del niño, niño que se ahoga con el líquido" (amniótico), "problemas para que baje la leche después del parto", calentura, "calor en los niños por el enojo de su madre", diarrea, muina, tos, espanto, mal de ojo, embrujo, aire, tristeza, ira, sueño y dolor (en particular, dolores de cabeza, de estómago y de vientre).
Siguiendo un patrón de distribución cuantitativa bastante usual entre los terapeutas tradicionales, el tercer grupo desconocido entre los chatinos es el de los hueseros. La profesión atañe de manera exclusiva a la población masculina; y, a diferencia de los parteros y curanderos, la práctica principal no se combina con ninguna otra especialidad Sin embargo, el listado de las enfermedades atendidas por ellos muestra que son requeridos para tratar otras dolencias además de los padecimientos musculoesqueléticos.
En los esquemas técnicos e ideológicos de los chatinos, se considera que las lesiones son producidas por un aire que entra en el organismo; cuando el huesero domina su profesión, se vuelve diestro en "saber amasar" (sobar) la región anatómica afectada y lograr extraer el aire. Es frecuente que el terapeuta inicie esta práctica tratando su propio cuerpo; si logra curarse efectivamente, se encontrará en el buen camino para adquirir las habilidades que le permitirán convertirse en sobador. Aunque, como se dijo, el huesero suele atender padecimientos de índole diferente a los que afectan al sistema musculoesquelético, en el grupo de causas mencionado predominan éstos. Así, este terapeuta atiende zafaduras o "despegaduras" (zezcuë), desnucamientos, quebraduras, "desconcertaduras de las piernas" "zafón de las coyonturas", "zafón del cerebro", dolor de cintura, torceduras, golpes en el estómago o en el pecho, postemas causadas por golpes internos, "desmadradura" o inflamación en la boca del estómago, palpitación en la boca del estómago o "desparrame de bilis", espanto, aire y mal de ojo.