A1 igual que en otros grupos indígenas del país, también entre los chujes este síndrome de filiación cultural es causado por una fuerte impresión, que a su vez puede ser originada por múltiples causas: por el encuentro sorpresivo con algún animal, como un toro, un caballo, o una culebra, o por la angustia que provoca la amenaza de sufrir, por ejemplo, la mordedura de un perro. Los niños se espantan con más facilidad, y con frecuencia "piensan que los van a matar" en situaciones comunes que no alteran a los adultos. Además, la enfermedad es más grave en los niños y su curso más rápido.
El niño espantado deja de comer, lo cual se manifiesta en un debilitamiento acelerado de su organismo y en la pérdida de fuerzas. La causa de esta debilidad reside, según los terapeutas, en que cuando el niño duerme "suda, y a la sangre le entra agua". El diagnóstico se basa en la información que proporciona el enfermo mismo, o la madre del menor asustado. Uno de los síntomas más relevantes para diagnosticar el padecimiento, es la sudoración intensa que manifiesta el enfermo cuando duerme, aunada al "calor que le pega" durante el sueño. Los terapeutas chujes tratan el espanto de la siguiente forma: con palitos de cedro y con hojas, hacen nueve cruces que colocan en la cama del enfermo, de manera que éste duerma sobre ellas. El paciente debe estar bien cubierto para que sude y reciba el vapor de las hojas; en cuanto deja de sudar, se le da una Cafiaspirina. La curación se repite diariamente durante cuatro días, o hasta que el enfermo se restablezca.
Si el enfermo no es atendido, o el médico tradicional no lo logra curarlo, "se le empieza a caer el pelo y se hincha hasta morir", aseguran los informantes. Los terapeutas recomiendan a las madres cuidar a los niños para evitar que se asusten. En los adultos, el padecimiento no puede ser prevenido.