La hemorragia, o yanarerachiía, es un padecimiento reconocido por los terapeutas triquis, quienes señalan que las formas más frecuentes de la enfermedad son la hemorragia de la nariz y la hemorragia de la mujer. Cuando la hemorragia es de la nariz, las causas que la producen son: la falta de comida, el consumo excesivo de licor, el espanto, el calor, un golpe recibido en la cara, o el esfuerzo por cargar objetos pesados, todas situaciones comunes entre los habitantes de las comunidades triquis.
Varios de los síntomas que caracterizan a la hemorragia de nariz dependen de la causa que la provocó: cuando su origen es la falta de comida, además del sangrado abundante, "el enfermo se pone pálido"; si es por algún golpe recibido en el rostro, la sangre que fluye es caliente como cuando se tiene calentura; si es por espanto o susto de muerto, el pulso está frío y corre muy lento.
La hemorragia de la mujer, en cambio, se presenta "cuando la mujer al caminar se cae y se da un golpe", cuando por alguna otra causa "se le abre la cadera", o si carga o levanta objetos pesados. Estas causas producen una hemorragia verdaderamente seria cuando ocurre en mujeres que acaban de dar a luz (V. parto). Además del "sangrado por su parte", la enferma está pálida, tiene dolor en el vientre y muestra una gran debilidad.
Para la hemorragia de nariz el tratamiento que acostumbran los terapeutas triquis consiste en colocar hielo o cataplasmas de mostaza negra en la frente del paciente; en el primer caso, se deben hacer tres aplicaciones durante dos o tres horas; algunos curanderos aconsejan comer carne machacada de vaca, por considerar que esto detiene la hemorragia.
Los terapeutas estiman que cuando la hemorragia en la mujer es ocasionada por algún golpe o caída, en realidad el accidente ha producido de alguna manera una caída de matriz. Es por esto que el tratamiento indicado para estos casos consiste en sobar con ambas manos el vientre de la enferma, con movimientos de abajo hacia arriba; enseguida, mientras la mujer está acostada sobre un petate, la partera la toma de ambas piernas y la "sacude" unas tres veces; luego, con la enferma colocada boca abajo, la terapeuta le soba la cadera; finalmente, mientras se vuelve a colocar boca arriba, la partera comprueba "si ya cayó la matriz". Si la terapia ha tenido éxito, le coloca una faja o un trapo y la amarra firmemente; por último, le da a tomar un té de macho dos veces al día.
Si la hemorragia es el resultado de una abertura de cadera, entonces es necesario "cerrar a la señora", procedimiento que consiste en apretar con un rebozo, desde la cabeza hasta los pies, a la paciente. Concluida la práctica, mientras la mujer yace boca abajo, la partera le limpia la cadera con alcohol y enseguida le coloca un parche; luego voltea a la enferma y le coloca otro parche que cubre desde el ombligo hasta el "hueso del empeine" (borde superior del pubis), y otro desde el cuello hasta el "huesito que está antes del estómago". Le recomienda no hacer trabajo pesados en tres días.
La hemorragia del posparto se trata de manera diferente. La partera primero hierve un manojo de cogollos de árbol de marañona y con él "caldea" el vientre de la enferma, colocando luego la planta en el vientre y en la cadera a modo de cataplasma; después hierve hojas de marañona en un litro de agua, y le da a tomar una taza cada 12 horas hasta que la mujer se alivie.
Los tratamientos de las hemorragias uterinas, cualquiera que haya sido su causa, también comprenden la administración de algún té de plantas medicinales, como el que se hace con la hierba del pollo, o con la especie de nombre pegajosa; con ellas se prepara una infusión que se toma tres veces al día. Mientras está en curación, la paciente debe guardar reposo absoluto; después se le recomienda no hacer mucho esfuerzo, caminar poco y cuidarse de no caer ni recibir golpes.
Si la paciente no se atiende a tiempo, se puede "vaciar" y morir, señalan las parteras. Este padecimiento es frecuente en las mujeres en edad fértil.