Para componer el capítulo correspondiente a la medicina tradicional mixteca, fue posible contar con los informes proporcionados por un gran número de médicos tradicionales (134), residentes en los estados de Oaxaca -la mayor parte de ellos-, Guerrero y Puebla. Se trató de un grupo de terapeutas muy homogéneo, no sólo desde el punto de vista del reconocimiento social de que gozaban en sus comunidades, sino también en términos de género, pues hombres y mujeres se dividieron en partes iguales. En cambio, hubo diferencias apreciables en cuanto a las edades: el más anciano de los informantes fue un partero del estado de Guerrero, de 100 años, mientras que el más joven resultó una hierbera del estado de Oaxaca, de sólo 16 años. El promedio de edad del grupo fue de 56 años (59 los terapeutas de sexo masculino y 55 los de sexo femenino), información que corrobora lo que se ha encontrado en otros grupos, es decir, que el ejercicio de la profesión médica en las comunidades indígenas corre por cuenta, casi siempre, de adultos maduros o, francamente, ancianos: en el caso de los mixtecos, el 40% tenía más de 40 años.
De los 134 curadores entrevistados, 110 residían en el estado de Oaxaca, específicamente en los municipios Santo Tomás Ocotepec, San Miguel el Grande, Santa Catarina Tayata, San Martín Huamelulpam y Santiago Nuyoo (distrito de Tlaxiaco), Pinotepa de Don Luis, San Agustín Chayuco, Santa María Huazolotitlán y Jamiltepec (distrito de Jamiltepec), Matías Romero (distrito de Juchitán), San Juan Mixtepec y San Miguel Tlacotepec (distrito de Juxtlahuaca), San Miguel Huautla y San Pedro Tidaa (distrito de Nochixtlán), Silacayoapan (distrito de Silacayoapan), Santa María la Asunción (distrito de Teotitlán), Concepción Buenavista (distrito de Coixtlahuaca), Cuyamecalco Villa de Zaragoza, San Pedro Jocotipac, Santa María Texcatitlán, Santiago Nacaltepec y San Pedro Jaltepetongo (distrito de Cuicatlán). En el estado de Guerrero fueron entrevistados 21 terapeutas tradicionales, residentes en los municipios de: Atlamajalcingo del Monte y Metlatonoc. Finalmente, los 3 restantes residían en el estado de Puebla, en el municipio de Caltepec.
Pese a que los mixtecos suelen ser protagonistas de fuertes procesos migratorios, se pudo comprobar el predominio del ejercicio de la lengua materna: 68% de los terapeutas declaró conocer sólo el mixteco, mientras que un 23% afirmó ser monolingüe de español, y el 9% restante, bilingüe de mixteco y español. Como en otros casos, el alto porcentaje de terapeutas que sólo habla su idioma materno está en relación directa con los porcentajes de analfabetismo del grupo. Se comprobó, asimismo, un notorio predominio de la ruralidad y de la dedicación a actividades no médicas como fuente principal de ingresos económicos: 49% de los informantes se dedican a tareas agrícolas, 45% está empleado en tareas hogareñas, un 5% en diversos oficios u ocupaciones, y sólo el 1% se desempeña exclusivamente como terapeuta.
De los 134 entrevistados, 53 (30 hombres y 23 mujeres) eran reconocidos como curanderos, profesión que en la lengua mixteca recibe diversos nombres: ñaatana, ñaatueye, tenta´a ta, cuutahatta, llivi tatna, remediu, nteno billu guiu, ñaa quede quiou, rata-tan, nastata a´chii yucuu, dacayatata-cue, curan natoona quetata siyuco, ra xaatata y yucutana. La edad promedio del grupo de curanderos fue de 60 años; éstos refirieron que la actividad principal de curandero se suele combinar con la de otra profesión o especialidad médica: predominan los curanderos-hierberos (yucu-tana, nt´ut´ tatan jin yucu, ra sa´a tatan chi´in yucu, yucuta, nastata tatatabi y r´a xa´atacta xii hicu´u), seguidos de los curanderos-parteros, las curanderas-parteras (naa tatan, cuedichia, ñadakakudaá, la culahaa, zacaculaha, xacacuiraxaina y raasakaku), los curanderos-hueseros (ñaatueyedi, rasa´n duvaha yeko, anda chicayoo siaayo-daayoo, tanunñalli, nda´vaxii´ki y ndanu´i), los curanderos-sobadores (jiaxin y cuedili), los curanderos-adivinos (teno conaduuco du bi, cande baraja, raatabandato, taba rru y ake naa), los curanderos-espiritistas, los curanderos pulsadores (thin) y jalapulso (contiubi), los curanderos-chupadores (deneyu) y, finalmente, los curanderos-rezanderos (ra ´anda kuatu, tanacuati ´t). Algunos informantes declararon ejercer más de una especialidad.
En lo relativo al aprendizaje de las labores curanderiles, se pudieron identificar tres formas o vías, las cuales suelen presentarse combinadas: la más común fue la enseñanza recibida de otro curandero de mayor edad y experiencia, residente en la misma comunidad que el aprendiz y, en ocasiones, perteneciente a su grupo familiar; se mencionó también el autoaprendizaje, resultado de distintas motivaciones, y, finalmente, el descubrimiento de los conocimientos y de la vocación a través de los sueños, o en la vigilia, por algún signo que en la cultura de los mixtecos es considerado una indicación de la divinidad.
En lo que se refiere a las causas de demanda de atención reconocidas por la medicina tradicional mixteca, fue posible percibir que los curanderos tratan un gran número de ellas, abarcando así los principales grupos de padecimientos que afectan a la población. Destaca, por su número (20% del total de causas registradas), el conjunto de alteraciones musculoesqueléticas: reuma, cuerdas (cuetuchi, na ña tu china), fracturas (ninacnu), rotura de huesos o hueso quebrado (coonda ca yo co), calambres (chicuisnum, chechicuisnu), abiertas de la cadera o del vientre, relajadura, "cuando se sale el hueso" (da cu ni rá), torcedura (ni cavaa), torceduras de los pies, zafadura de pies y manos, dolor de venteadura y dolor de huesos (yage yic naa). Idéntico porcentaje al anterior se anotó para los síndromes de filiación cultural: espanto/susto (cueshita, tandoo na cueniyuu), extravíos-espanto, empacho (cuentatashi, nintashi, cante e chiña), ojo o enfermedad del ojo (cuenijim, cuendú, lolo), mal aire o aire (thashi), enlechadura (nii nanañaa shii chicuinaa), caída de mollera, brujería (sata suu), envidia (i andoo na cueni yuu na), maldad o "sacar la maldad" (niataji), casa cargada de mal, latido (cuenta natina tuchi), coraje en niños (tu soo), hechicería (chii nuu ña) y enfermarse por nagual (cue janú inte naa). Un 16% del total de causas registradas pueden agruparse como afecciones gastrointestinales: diarrea (o itchi, jom, cueecum que ni), infecciones intestinales, vómito (jene, ñaantusa), diarrea y vómito (cuetan ñacuun), derrame de bilis, resfriado de estómago, cólico (sasa animae), disentería y diarrea (cueni), lombrices (koo), diarrea de los niños con dolor de estómago (yucu -añi-cuii), "cuando la persona adulta tiene diarrea de un mes" (cha quita noo-yo cha que´ñúú, dolor de estómago (caye inu chijingo) y cirrosis. Un 10% del total correspondió a los padecimientos respiratorios, entre los que pueden mencionarse: bronconeumonía, tos (cuedayu), gripe (cuetni, zaa-yu), hueso o inflamación de garganta (yeque), pulmonía, tos que viene del pulmón o tos ferina (cha kayuyo) y resfriado (cuehecachi). Los motivos de demanda de atención ginecoobstétricos representaron el 5% del total registrado; destacan: parto (vaa sacaa cui), control de embarazo, aborto, hemorragia de la mujer (hemorragia vaginal o cuue ñaa chichaaninaa) y, cachani. En proporciones menores aparecieron las enfermedades de los ojos: infección de los ojos, carnosidad de la vista (cañi tantuni) y nube (vico); del sistema renalurinario: ardor de orina (chatu chaya ya yo) y de riñones, así como otras, mencionadas en forma escasa o que no remiten a un aparato o sistema en particular: aflojadura (lesión de testículos o de ovarios), paperas (seneíusim), hemorragia nasal (quita nt-nt cht yinyo), dolor (sasía), debilidad (cubitata kehi, dacuitana), diabetes, dolor de cabeza (na huhú liqui, chau chini, acishini), gangrena o tumor, calentura o ardor de cabeza (ncani coma jini), llagas (tayaa), hinchazón (cuañuu), llagas que no sanan (cht chtn yica camiyo tachi-yunu cabíí), paludismo, fiebre, hemorroides o almorranas (cude ñaa chachii tiicuchii), ataque del corazón, dolor de corazón, tornadera, paño y dolor de cuerpo (cayeinu yiquito). Se registraron también dos tipos de procedimientos -la sobada para las luxaciones (siyhonóo cu tiequento, cueslinchi) y la cerrada de mollera (cuan nammashi)- que constituyen causas frecuentes de demanda de servicios de los curanderos mixtecos.
Las parteras son, después de los curanderos, las terapeutas más numerosas en este grupo étnico. Esta profesión se ejerce casi siempre sin otra actividad o especialidad médica complementaria; en casos excepcionales, se registraron parteras-hierberas. El grupo está compuesto exclusivamente por mujeres, cuyo promedio de edad es levemente superior a los 60 años. La mayor parte de las entrevistadas se inició en la partería mediante el autoaprendizaje, y complementó sus conocimientos al lado de otra partera más experimentada; algunas de las informantes se iniciaron directamente bajo la tutela de otra terapeuta, muchas veces ligada a aquélla por razones de parentesco. Los cursos ofrecidos por las instituciones oficiales prácticamente no fueron mencionados. Las causas de demanda de atención de este grupo de curadoras son variadas y comprenden las ginecoobstétricas propiamente dichas, además de otras, características de la población infantil o femenina, incluidos algunos síndromes de filiación cultural. Entre las primeras -y siempre según un orden de importancia numérica- merecen mencionarse: parto, sangrado después del parto, atención a la mujer después del parto (durante el puerperio), recién nacidos, control del embarazo, (afecciones) por recargo de la criatura y molestias en la cadera. Los motivos de atención ginecoobstétricos representaron el 27% del total de causas mencionadas. Con un 21% le siguen los síndromes de filiación cultural: ojo, empacho, "basca y posesiones" (jo jone), tiricia, mal aire y espanto, las afecciones musculoesqueléticas: caída de matriz, aflojadura, dolor de cadera (minchi cayatacahe) y calambres. Las enfermedades relativas al aparato gastrointestinal representaron el 10% del total; predominaron la diarrea, el dolor de estómago y el vómito. Las sobadas y las limpias suelen ser también motivos específicos de solicitud de servicio. Finalmente, estas terapeutas atienden casos de cáncer, hinchazón del bazo, calentura, dolores y cansancio.
El tercer grupo de terapeutas constituye, en realidad, un conjunto muy variado de tipos de prácticas y especialidades (no obstante lo cual, los informantes se refirieron específicamente a ellos como "médicos", empleando como equivalentes varias denominaciones mixtecas: ra´a xa´adtaatatn, sanda´a y takaxatagna nayivi): rezandero, huesero, sobador, hierbero y huesero-rezandero. Los médicos constituyen un grupo heterogéneo, aunque numéricamente importante, su formación sigue los patrones mencionados para los curanderos y sus servicios son solicitados para atender padecimientos tales como falseadura, zafadura, inflamación de los nervios, cansancio y dolores de la nuca o del cuello. Suelen también atender alteraciones de la mujer pre y posparto.
Una característica peculiar de los hierberos mixtecos -el cuarto grupo de terapeutas registrado en este estudio- es el predominio de las mujeres. Es preciso aclarar que, salvo contadas excepciones, la profesión de hierbero constituye una especialidad de los curanderos y difícilmente se ejerce de manera independiente. Llama también la atención que aquellos que fueron señalados específicamente como hierberos forman un grupo relativamente joven (35 años, en promedio) y han aprendido los secretos de la profesión siguiendo tradiciones familiares o comunitarias. Los hierberos tratan, sobre todo, síndromes de filiación cultural: "apretar el estérico" o latido, espanto, alforra (cuue ñaa chachi tiicuchii), caída de mollera y empacho. Destaca aquí el uso de diferentes preparados herbolarios para tratar padecimientos respiratorios -gripa, tos y resfridura-, ginecoobstétricos y, en general, propios de la mujer -flujos blancos y amarillos, dolor menstrual (cuu chuaa tisiaa taa guisaa yonaa) y frío en la matriz (nii gue chuaa casii nu hiñaa)-, gastrointestinales -diarrea, enlechadura del recién nacido-, dermatológicos, renales, musculoesqueléticos, y otros: granos, enfermedad de la vista, heridas (nit nacuana), inflamación, dolor de riñones, nervios, debilidad, hemorragias por golpes y almorranas.
Como se mencionó anteriormente, entre los mixtecos la curación de afecciones óseas y musculoesqueléticas es practicada por varios tipos de terapeutas. El grupo de hueseros es relativamente poco numeroso, e incluye a los sobadores y bilmadores (V. vilma). Esta profesión es ejercida esencialmente por hombres, aunque se registraron algunas mujeres que se dedican a ella -por ejemplo, las bilmadoras y las sobadoras de las embarazadas (asaatata yivindeku)-. En contraste con los hierberos, la edad promedio de los hueseros era de 70 años al momento de la encuesta, y casi todos ellos señalaron que su especialidad era la de "componer huesos" y cuerdas (tandocu va ia sa tu chii). No se mencionaron casos de autoaprendizaje, ya que todos los hueseros señalaron que se habían formado junto a otro terapeuta más experimentado, miembro de la familia o curador de la comunidad. De todas las causas de demanda de atención referidas por los hueseros mixtecos, el 65% eran padecimientos musculoesqueléticos: dislocadura de la espina dorsal o de la columna (ni yaa lasa), quebraduras (nitaa nulasa) y distintos tipos de fracturas (s´aayo), encuerdaduras (tu cuini ya ´a), torceduras, "según la parte (de los huesos) que esté enferma" o daayo, desconcertaduras, "se sale el tendón" (yaha tuchi), golpes, falseaduras (nicok´n yiqui), así como cuando se presenta una "quebradura de hueso y no revienta la carne" (nitanu yiqui yachi ku´nu). El 35% restante estaba integrado por padecimientos gastrointestinales (diarrea, principalmente), procedimientos especializados diagnósticos y terapéuticos (talladas o shimiña cada tallar, y lavados de estómago o shimiña cuanaña lavado), síndromes de filiación cultural (ojeados y estérico) y enfermedades de la mujer (por ejemplo, infección de la matriz o shininanadauaña matriz).
Un último grupo de terapeutas, nada homogéneo, puede integrarse con ciertos tipos de curadores que fueron entrevistados en distintos momentos y lugares; entre ellos se encuentran el adivinador, conocido también como "el que busca la suerte" (te no conaduuco du bi) y "el que sabe" (yinia, raatuba), el adivinador-partero, "el que cura" (ra xaatctan), el rezandero, la "señora que cura" o la vidente, el curador de espanto (keuhe siyuhuni) y de coraje (tes´ehe), la enfermera-partera, el "tío" (huesero), el pulsador-hierbero, el espiritualista, el limpiador (chaa stata), el brujo (teno tanta) y la promotora de salud. Naturalmente, en un grupo tan diverso las formas de aprendizaje se realizan según numerosas vías, incluyendo los cursos dictados por instituciones de salud que actúan en el amplia área mixteca. Pese a lo anterior, estos terapeutas se ocupan, principalmente (55% de las causas de demanda de atención), de diversos síndromes de filiación cultural: espanto, enfermedad puesta por otra persona, coraje, pérdida de bienes (cuná cosaña), encanto (canu danna ña), desengaño (ña candi oto), enamoramiento, mala suerte (ñañu uco yuhoo duñe iyu mañú), pleitos y esclarecimiento de robos (nando cuña dubi acandi tote). Un segundo tipo de padecimientos atendidos (28% del total registrado) son de carácter gastrointestinal: gastritis, diarrea, cólicos por coraje (yi de yu bidadi), vómito y disentería. El restante 17% corresponde a afecciones que se manifiestan en el sistema musculoesquelético (golpes, aflojadura) y a enfermedades específicas (como la cirrosis, por ejemplo).
Vale la pena mencionar que aquellos terapeutas que saben leer y han hecho del autoaprendizaje la vía más importante para la adquisición de conocimientos, manifestaron interés por ampliar su saber consultando libros de medicina. Otro mecanismo, al parecer usual entre los mixtecos y que se ha reforzado con el nacimiento de organizaciones de médicos tradicionales, es el intercambio de información entre terapeutas indígenas. De los 134 entrevistados, el 56% declaró pertenecer a alguna de las siguientes agrupaciones: Organización de Médicos Tradicionales de Región Cañada, Organización de Médicos Tradicionales Mixtecos y Organización de Médicos Indígenas de la Mixteca Alta. En cuanto al tiempo de ejercicio de la profesión, el 85% de los encuestados había trabajado como terapeuta tradicional por periodos mayores a los 10 años. Finalmente, cabe mencionar que el 79% de los médicos mixtecos encuestados atendía un número no mayor de cinco pacientes a la semana, en tanto que el 19% recibía entre cinco y veinte pacientes en el mismo lapso; sólo tres terapeutas declararon atender a 175 pacientes semanales.