Se han conferido a la saliva diversas propiedades terapéuticas. Se recurre a ella para prevenir la enfermedad infantil llamada mal de ojo, dibujando una cruz sobre la frente del niño con un dedo untado en saliva (1 y 2). En Sonora, consideran a la saliva de una persona sana remedio "fresco o cordial", útil para curar la chanza (parotiditis), pues es ésta una dolencia caliente (3). Por su parte los nahuas de Santa Ana Tlacotenco, Distrito Federal, piensan que la saliva es de calidad caliente y la aplican localmente en los casos de casihuistle y piquete de araña, o bien la utilizan para curar el mal de ojo, lamiendo la cara del enfermo (4). Los totonacos poblanos de Zapotitlán de Méndez la emplean para sobar la espalda del enfermo de chipilez, así como en el tratamiento de los niños que padecen pujo, a los que la embarazada, causante del mal, debe untar y sobar las coyunturas con su saliva (5). Para los huaves de San Mateo del Mar, la saliva de los brujos representa una verdadera arma cuando la proyecta sobre sus enemigos, pues su saliva es, en esencia, parte del mismo brujo (6).
Los antiguos nahuas la consideraban un producto derivado de la ira, o relacionada íntimamente con ella, vinculada al veneno y, metafóricamente, a la mentira, razón por la que se usaba para atacar y atontar a los enemigos (7).
Durante la Colonia, se le atribuían propiedades mágicas, pues se creía que conservaba parte de la personalidad, siendo la de los curanderos la de mayores potencialidades, sobre todo en el ámbito terapéutico, pues en algunos casos con sólo untarla se conseguía sanar a los pacientes (8).
(1) Aguirre Beltrán, G., 1952.(2) Delgado Lara, A. G., 1984.(3) Zurrosa Ceballos, O., 1985.(4) Palacios de Westerndarp, P., 1986.(5) Cuerno Clavel L. et al., 1989.(6) Signorini, I. et al., 1979.(7) López Austin, A., 1990a.(8) Quezada Ramírez, N., 1989a.