Una de las especialistas de la medicina tradicional ixcateca, la "curandera limpia criaturas", atiende un conjunto de causas de demanda que requieren el empleo de limpias, y que no vacilaríamos en clasificar dentro de la categoría de los síndromes de filiación cultural: el mal de ojo, el susto, los aires, etcétera. Asociada a éstos se encuentra la atención a los niños "quebrantados". Los quebrantados son por lo general niños de corta edad que se enferman cuando sufren un golpe ya sea "por caerse de la cama, azotarse o darse un sentón, golpeándose el cuajo".
Los síntomas que presenta el niño quebrantado se manifiestan poco después de ocurrido el traumatismo, independientemente de la inflamación en el área lesionada, el quebrantado llora mucho y se queja de dolor en la región de la cintura. Un signo importante para establecer la naturaleza del padecimiento es el desnivel que se produce en el largo de las extremidades inferiores, del que resulta una pierna más corta que la otra. El interrogatorio a la madre del niño y la revisión de las piernas del paciente, permite a la terapeuta confirmar la enfermedad.
Según los curanderos ixcatecos, los niños se quebrantan porque el golpe que reciben les "abre" el cuerpo, es decir, les desacomoda los músculos del abdomen y los huesos del cráneo (V. caída de mollera). En conformidad con este concepto, el tratamiento de este padecimiento está encaminado a "cerrar" el cuerpo del paciente. Antes de efectuar los procedimientos indicados para este fin, es necesario calentar los músculos del cuerpo del pequeño, lo que se logra mediante frotaciones con alcohol y masajes con "vaporub mentolado", especialmente en la espina dorsal y en la rabadilla. Una vez efectuada esta operación, la terapeuta procede a "cerrar el cuerpo", mediante la ejecución de la siguiente maniobra: coloca al niño boca arriba y, tomando una de sus manos y el pie de la pierna contraria, "da un jalón"; enseguida repite la operación con las otras dos extremidades. Después "cierra" la cabecita del enfermo, esto es, presiona varias veces el cráneo con las dos manos colocadas a los costados de éste; luego gira al enfermo boca abajo y repite la misma operación. Algunas terapeutas "cierran" el cuerpo del infante mediante un procedimiento diferente: le colocan un rebozo alrededor del cuerpo, lo más arriba posible, y enseguida lo van apretando a medida que lo desplazan hacia abajo, con el propósito de "cerrar" con él todos los músculos y huesos. Al final de la terapia, vendan el cuerpo del niño para evitar que vuelva a abrirse. La curación debe hacerse en tres ocasiones.
Una vez terminado el tratamiento, la madre debe procurar durante algún tiempo, bañar al niño con agua caliente e inmediatamente frotarle el cuerpo con alcohol; también debe cuidar que el pequeño no haga movimientos bruscos ni sufra nuevas caídas.