El miitse´eh o "indigestión" es otro de los síndromes de filiación cultural de la medicina tradicional ixcateca. Se trata de una enfermedad que afecta principalmente a la población adulta de las comunidades y se produce "por comer algún alimento pesado, como chocolate", e inmediatamente después "brincar, caminar mucho, golpearse o acostarse a dormir". Según los terapeutas, la indigestión afecta al cerebro, razón por la cual el sujeto pierde el sentido. Además, la intensa actividad física, la calidad de los alimentos ingeridos, los golpes o el dormir, provocan en el enfermo un sudor frío, la pérdida de calor en pies y manos y la imposibilidad de percibir los cambios de temperatura (sentir "lo caliente", según la expresión ixcateca). Esta última característica de la afección constituye el síntoma clave para su reconocimiento; el terapeuta lo corrobora colocando un trapo frío o uno caliente en la mollera del paciente: si éste no logra experimentar la sensación correspondiente, entonces se trata de una indigestión. Los curanderos consideran, además, que esta enfermedad puede "cargarse" en determinadas partes del cuerpo: pies, manos, "cerebro" u otras regiones anatómicas, fenómeno que se puede precisar luego de iniciada la terapia.
El tratamiento persigue la finalidad de hacer que el cuerpo del enfermo recobre nuevamente la capacidad de percibir la sensación térmica. Para lograrlo, el terapeuta prepara un cocimiento de "salva real" y procede a caldear al paciente, esto es, a aplicarle varias veces sobre el cuerpo el manojo de la planta, muy caliente, comenzando por los pies y concluyendo en la región de la fontanela. Si al aplicar los primeros "toques" el sujeto no experimenta calor, el curandero determina que "el mal está cargado en la mollera". Una vez establecida la región del cuerpo menos receptiva al calor, continúa caldeando esa área precisa, hasta lograr que poco a poco el enfermo vaya recobrando la sensibilidad perdida. La terapia se hace una vez al día y debe repetirse hasta que el paciente se recupere completamente.
A pesar de que la indigestión no es considerada una enfermedad mortal cuando la atención es brindada oportunamente, la falta de tratamiento provoca que se vuelva crónica, es decir, que el afectado "ni muera ni sane". Esta situación torna susceptible a quien la padece, por lo que los ataques pueden repetirse "cuando el enfermo come algo pesado". La reiteración de las crisis conduce a la muerte.