Mal aire o aire sexual de otra persona
El mal aire o aire sexual de otra persona", es un síndrome de filiación cultural presente entre los habitantes del grupo mazahua, para quienes constituye una enfermedad que afecta exclusivamente a la población infantil. Además de ser un padecimiento extremadamente frecuente, el mal aire es una causa de muerte significativa entre los niños que no son atendidos a tiempo. Los médicos tradicionales que tratan esta afección son las parteras, muchas de las cuales tienen especialidad de limpiadora y de hierbera.
El padecimiento de nombre "mal aire" se presenta bajo dos formas, cada una con sus propias causas, síntomas y tratamientos.
La primera de ellas es contraída por los niños cuando aún están en el vientre de la madre. Así, las parteras refieren que "la mamá sale al campo a trabajar y toma frío, aire, y el niño nace con cólicos". El aire al que hacen referencia puede ser cualquiera de los diferentes aires de naturaleza maligna presentes en el entorno, y que se pueden "agarrar en el aire, o en el aire de la tierra, o también del agua". Asimismo, el mal aire puede originarse por los corajes que la madre sufre (V. muina). La segunda forma del padecimiento es provocada por permitir el contacto físico del niño con una persona "impura", que le trasmite el mal aire que carga. Los mazahuas, y no sólo ellos, consideran que un sujeto que ha tenido relaciones sexuales la noche anterior "amanece mal", y si en estas condiciones agarra al niño, le transmite el mal aire. Los mismos padres del niño pueden llegar a enfermarlo cuando tienen contacto sexual con una persona que no sea el propio cónyuge (V. sexo).
Los síntomas también difieren según el origen del padecimiento. Así, en el primer tipo de mal aire, el niño "sólo llora, no quiere mamar, se pone puro seco y todo el cuerpo se le pone amarillo porque no puede orinar", síntomas que aparecen a los tres días de nacido. En el segundo, en cambio, el enfermo presenta "diarrea blanca, vómito blanco como el pecho, porque no lo tolera adentro, lo que toma lo devuelve"; diarrea y vómito suelen cursar con calentura; el enfermo se debilita, tiene los labios resecos, mucha sed y grandes ojeras de color oscuro.
En ambos casos, el diagnóstico comienza con un interrogatorio a la madre del niño para conocer las condiciones bajo las cuales se desarrolló la enfermedad; si se sospecha que el niño sufre de mal aire por haber tenido contacto con una persona "impura", el interrogatorio se centra en conocer quiénes lo han agarrado últimamente. El terapeuta pasa luego a observar al niño, prestando particular atención a su semblante, para constatar la presencia de "ojos negritos" y labios resecos. Por último, revisa las heces, lo cual le permite determinar que se trata del segundo tipo de mal aire.
Como hemos referido anteriormente, la manera de tratar el mal aire depende también del tipo de causa que provocó la enfermedad. Los tratamientos destinados a curar el primer tipo de mal de aire tienen la finalidad de eliminar los cólicos y de quitar el aire maligno del cuerpo del niño. Para lograrlo, se baña al pequeño con agua de hierbas curativas y se le administra un preparado medicinal. El baño se prepara hirviendo ruda, hierbabuena lisa, altamisa, hierbabuena del monte y poleo del monte, y al momento de usarse, se le agrega alcohol: con el agua se baña al niño por dos o tres veces; también se le dan a tomar dos o tres cucharadas de té de orégano, varias veces al día, "para que le lave las tripitas". Al término de cada sesión terapéutica, se cubre bien al paciente para mantener el calor del baño. Algunos terapeutas, además, aplican una limpia "con tapiate, o hierbamaría, o huevo, o limón en alcoholado, frotando desde la tapa de la cabeza hacia abajo por la cara, la nuca y terminando en las manos y los pies", por considerar que este procedimiento acaba de quitar el mal aire que pudiese aún quedar en el enfermo (V. estafiatehierba del diablo, albacar, pirul, poleo de agua y salvia real). Mientras el menor está en tratamiento, no debe tomar frío ni comer naranjas, "porque suda mucho".
La segunda forma de mal aire se trata de manera diferente. En este caso, la tarea del terapeuta consiste en sacar el aire dañino del cuerpo del enfermo, para lo cual aplica un conjunto de limpias con humo, llamadas "ahumadas". El humo se obtiene quemando "leña negra, romero tres plumas de paloma, pelo de burro negro y de coyote"; el enfermo es "ahumado de la cabeza hasta los pies adelante y atrás"; al término de cada una de las limpias, que deben realizarse durante la noche por dos días (V. sahumar). La terapeuta recomiendan cubrir bien al paciente y no darle de comer naranjas, porque "se suelta más con el agrio".
El mal aire, en cualquiera de sus formas, es una enfermedad bastante peligrosa; es por esto que los terapeutas aconsejan a la madre del enfermo acudir con el especialista oportunamente, pues el niño puede morir en un par de días: "ya no aguanta, aumenta la diarrea con vómito, la calentura, y se muere en menos de dos días". La característica más evidente de los fallecidos por mal aire es el color morado de sus uñas.
Para prevenir la enfermedad, las parteras recomiendan a la mujer embarazada cuidarse de los enfriamientos y de los aires. De igual manera, aconsejan a los padres del niño evitar el contacto con el menor después de haber tenido relaciones sexuales, e impedir que otras personas, en estas mismas condiciones, lo toquen.
Los informantes consideran que los niños hasta de tres años de edad son los que más riesgo tienen de contraer esta segunda forma del padecimiento.