Kinbie´i, la´ain incompain o lopoch. Espanto
EL "espanto" es uno de los síndromes de filiación cultural más comunes entre la población de las comunidades indígenas de México. También entre los pames, el espanto constituye una causa de demanda de atención importante por su frecuencia y por los daños que provoca a la salud de los habitantes de las comunidades (V. susto). Es una afección que se produce por "una fuerte impresión" que una persona puede sufrir en diversas circunstancias y lugares: en el camino, en el monte, en la milpa y hasta en los sueños. Los terapeutas refieren que muchas veces los sujetos sueñan que los persigue un animal peligroso, como una víbora, un tigrillo o una lechuza, hecho que les produce una gran angustia (V. sueño). El espanto también puede ser provocado por "ver un difunto" o "ver un animal que sale sin que uno se dé cuenta". Un tipo de espanto bastante común es el espanto de agua, el cual se contrae en las cercanías de una fuente de agua o en la fuente misma, por ejemplo, cuando la persona se baña en un río; este tipo de espanto es particularmente fuerte. En todos los casos, encontramos una situación inesperada que provoca una gran impresión en la persona que la vive.
Aunque los síntomas que presenta el enfermo espantado no dependen del tipo de situación que originó el padecimiento, su intensidad sí depende de la magnitud del susto recibido. Así, si el espanto "fue muy fuerte", el individuo puede llegar a "entiesarse (paralizarse) de los pies" momentáneamente (V. susto fuerte). En todos los casos, el sujeto afectado presenta dolor de cabeza y pérdida del apetito, y tiene dificultades para conciliar el sueño; además siente náuseas y mucho cansancio. Los terapeutas señalan que el enfermo "va perdiendo color hasta ponerse muy pálido", fenómeno que constituye un valioso elemento para el diagnóstico.
Luego de interrogar al paciente, el curandero lo pulsa para confirmar la gravedad de la enfermedad. Este procedimiento se realiza en la mano izquierda. Cuando una persona padece de "espanto no muy fuerte", el pulso se presenta "como una bolita que brinca", localizada en el centro de la palma de la mano; dicha bolita va subiendo "a la muñeca, al antebrazo o a la coyuntura (la articulación entre el brazo y el antebrazo)" a medida que el susto se hace más grave.
Los tratamientos empleados por los terapeutas pames para tratar los espantos menos graves, se basan en la idea de que, al producirse el hecho imprevisto, "entra un aire malo" al cuerpo del enfermo; por esta razón, en la curación se emplean limpias. Así, según los terapeutas, este procedimiento tiene la finalidad de expulsar la enfermedad del cuerpo del paciente, objetivo que se logra si la limpia lo hace sudar. El número de veces que debe ejecutarse la maniobra depende de la intensidad del padecimiento: si se trata de un susto que no reviste mayor gravedad, con tres veces es suficiente, pero para los sustos más graves se deben hacer tres limpias, una cada día, repetidas en número de tres, hasta lograr que el paciente se restablezca completamente. Si bien la barrida con hierbas es el tipo más común de limpia, en los espantos graves, el curandero también hace una limpia con humo, con huevo, con vela y, finalmente, una soplada. Todo el ritual terapéutico se ejecuta mientras el terapeuta reza oraciones del devocionario católico.
Debido a que el espanto es una enfermedad de calidad "fría", la barrida se hace utilizando un ramo de especies vegetales de calidad "caliente". El ramo se confecciona con saramullo, aunque ciertos curanderos prefieren emplear albahaca, romero y ruda; en algunos lugares esta limpia se hace con un manojo de hierba de la malora y ruda. El procedimiento se ejecuta sobre el cuerpo del paciente, realizando la acción de barrer; se comienza por los pies y se termina en la cabeza. Para hacer salir la enfermedad, es indispensable que el enfermo sude, afirman los terapeutas, quienes además consideran que para lograr sanar al sujeto, es necesario que éste tenga fe.
La ceremonia curativa realizada para tratar los espantos fuertes es más compleja y, además de las limpias, incluye alguna práctica destinada a recuperar el espíritu que el enfermo ha perdido durante el susto (V. pérdida del alma). Así, en uno de los tratamientos consignados, los terapeutas primero sahuman al enfermo (V. baños de humo), en forma de cruz, con copal, romero y palma bendita, y enseguida lo barren, con una "rama verde", en la frente, en el pecho y en la espalda, siempre rezando al santo Niño de Atocha, al santo Entierro y a la virgen de Guadalupe "para que regrese el espíritu del enfermo"; esta terapia se debe realizar los días lunes, jueves y viernes por ser "los días más largos y fuertes". Para completar el tratamiento, estos curanderos recetan un té elaborado con raíz de ciruelillo, romero y palma bendita (estas dos últimas plantas deben ser diferentes a las utilizadas en la barrida), que el paciente debe tomar tres veces al día por unos nueve días; durante este periodo el enfermo debe reposar y no realizar grandes esfuerzos, para que la enfermedad no se complique.
Otra ceremonia curativa, destinada a tratar el "espanto de agua", es la siguiente: después de barrer al paciente con ruda y palma bendita, el terapeuta lo sahuma con copal y ramas de romero, enseguida le hace una limpia con velas, y a continuación le "sopla agua bendita en todo el cuerpo"; por último, le "señala" una cruz en los antebrazos y en las plantas de los pies, para impedir que el mal "regrese a su cuerpo". En algunas localidades pames, los curanderos incluyen una limpia con huevo dentro de este complejo ritual terapéutico, y, además, administran un té de albahaca endulzado con azúcar. Una parte importante de la curación es la "llamada del espíritu" del sujeto: durante la terapia se le habla al enfermo por su nombre, y se le dan varios "grititos"al oído para que su alma se fortalezca y regrese su espíritu. Durante la curación de los espantos graves, los curanderos rezan un padrenuestro, dos avemarías y tres credos, y al terminar el tratamiento cubren la cabeza o, en algunos casos, todo el cuerpo del paciente; después le recomiendan reposar de cuatro a ocho días.
Cuando la persona que ha sufrido un espanto no solicita atención médica, su salud se deteriora paulatinamente; como no tiene apetito, deja de comer y se debilita, se desmaya y poco a poco se va poniendo de color amarillento, se hincha y puede morir; por tal motivo, los terapeutas recomiendan a la población solicitar atención de inmediato, con algún curandero competente, después de haber sufrido un espanto.
Durante el tratamiento, los curanderos recomiendan a los pacientes no salir al aire y evitar consumir alimentos de calidad "fría", así como no bañarse por lo menos durante tres días después de haber recibido la terapia, para evitar un contagio de mal aire que podría empeorar su condición.
Debido a que el espanto una afección provocada por "causas inesperadas", no existen formas de prevenirlo.