Con la expresión jitój kaij, los pobladores seris designan a un padecimiento que ellos mismos traducen al español con el nombre de locura.
Los médicos tradicionales seris refieren que las causas que producen el padecimiento se originan en el sistema circulatorio, ya que "hay mala circulación y la sangre no fluye bien", y en el sistema nervioso, en virtud de que en el enfermo se observan algunas alteraciones del pensamiento.
El paciente afectado de locura "no piensa bien, se le van las ideas, se le repite el pensamiento sin fin, no recuerda las cosas; tiene miedo de morir, siente pura desesperación y tristeza; no puede dormir ni comer, no respira bien, no camina bien, le duelen los pies y se le hinchan, se le entumen los brazos y se le cansan mucho; los nervios están mal porque la sangre no fluye bien. El enfermo siente que el cerebro y la nuca le suenan y chillan; su corazón no trabaja bien y se cuaja la sangre adentro". Sus labios se ponen negros, así como la piel de la cara; "le pegan ataques", se cae y le tiembla el cuerpo; el corazón le brinca, a veces late muy aprisa, y de vez en cuando "le falta un latido". Los terapeutas buscan los pulsos en todo el cuerpo del enfermo: cabeza, nuca, espalda, riñones, piernas, detrás de las rodillas, pies, etcétera. Cuando el sujeto se encuentra afectado por la locura, éstos brincan. El pulso de la arteria radial se siente disminuido.
El tratamiento empleado comprende una terapia que debe realizar el enfermo, y un ceremonial basado en oraciones del que se encarga el terapeuta, para conseguir los favores del "espíritu" y lograr así el buen éxito de la curación. El paciente ingiere el cocimiento de una planta medicinal que se prepara de la siguiente manera: "se usan las varas, sin hojas, de la hierba silvestre salvia santa; se quiebran cuatro varas de más o menos 50 cm y se cuecen durante una hora en una olla de más o menos cinco litros; el cocimiento se deja enfriar y se echa en un galón; alcanza para dos días, y se toma como agua de uso, por tres, cinco o seis días si la enfermedad es fuerte. Cura la locura". Por otra parte, el terapeuta tiene que recitar oraciones a un espíritu, el cual "ve todo y permite la curación". Para lograr la protección de esa voluntad divina, es necesario que, en un mismo día, recite las oraciones pertinentes en el mar, mientras está de pie con el agua hasta la cadera, así como en el monte y en la cima de un cerro; durante el ritual, el terapeuta debe mantener los ojos cerrados para ver el momento en que "el espíritu le da una señal que va a curar".
Si el enfermo no es atendido, "sigue empeorando y se muere de un ataque". Los terapeutas indican que la locura es una enfermedad exclusiva de los adultos.