Padecimiento que los terapeutas seris designan con el vocablo, en lengua, de asaj ikaaktim, y que traducen al castellano con el término de "ataques".
Los ataques tienen dos tipos de causas: el primero de ellos guarda relación con el estado de debilidad que surge, generalmente, "por no comer"; los ataques también pueden ser producidos por situaciones repentinas cargadas de tensión, como las que ocasionan un susto y un coraje (V. muina). Por lo general, en el origen de la dolencia se encuentran conjugados ambos tipos de causas, circunstancia manifiesta en los tratamientos empleados para su curación.
El ataque surge de improviso. El enfermo afectado "tiembla, choca, los ojos se le van para arriba, no escucha ni ve en el momento del ataque". En un inicio, el fenómeno aparece en forma esporádica; sin embargo, a medida que pasa el tiempo, los ataques aumentan de frecuencia, y la situación se hace más preocupante.
Los tratamientos de los ataques tienen varias características. En ellos, se evidencia la causa que desencadenó el surgimiento de la crisis: la entrada de un espíritu maligno al interior del sujeto afectado. El ataque es, entonces, un padecimiento de posesión, que requiere de una condición primordial para concretarse: un estado de debilidad del paciente. La otra característica de estos tratamientos es el tipo de recurso terapéutico utilizado: por lo general, los medicamentos se preparan con elementos de origen animal, especialmente con aves, como el chuparrosa, el zopilote, el cuervo y el correcaminos; algunos informantes indican que la curación debe ir acompañada de un determinado tipo de cantos, interpretados por un especialista. Así, "aparte de comer la carne de uno de estos animales, se necesita cantar canciones especiales al espíritu bueno, para que él ayude a sacar el espíritu malo que se alojó en el enfermo". La finalidad de los tratamientos es la de prevenir nuevos ataques.
La terapia se ejecuta de la siguiente manera: se necesita "matar un chuparrosa, pajarito de pico largo que se alimenta del jugo de las flores; el enfermo debe comer de inmediato el corazón crudo; la carne cocida sin sal, con pura agua, debe comerse diariamente, y la sangre cruda, cuando haya; se apoya con cantos". Este pájaro, aunque escaso, llega a conseguirse. Sin embargo, los terapeutas sugieren que, de no ser así, se alterne con carne del ave llamado correcaminos. Si el paciente es un niño, los terapeutas aconsejan que el tratamiento se prolongue hasta la edad adulta. Otros médicos tradicionales recomiendan tomar diariamente el caldo de carne del ave de rapiña llamada zopilote (napxa, en lengua), o el caldo de carne de cuervo, preparados con sal y orégano (V. cocachli).
Aunque los ataques son una enfermedad que no se puede prevenir, los terapeutas seris recomiendan que el sujeto que sufre el padecimiento se alimente bien, ya que esto aleja las crisis convulsivas.
Si el paciente no es tratado, "va empeorando poco a poco", y puede llegar a padecer la enfermedad durante muchos años; pero "de repente puede empeorar y morir en poco tiempo". Esta dolencia afecta a cualquier persona, ya sea niño o adulto.