La fiebre es una causa de demanda de atención de los habitantes de las zonas coras, atendida principalmente por curanderos-hierberos.
Según la medicina tradicional cora, existen dos tipos de fiebres. El primer tipo se designa con el término de "fiebre constructiva"; ésta es causada por una gripe simple y es fácil de controlar, "ya que es la que todos conocemos" porque el enfermo presenta alta temperatura. El segundo tipo es el que se conoce como "fiebre destructiva"; ésta, al contrario de la fiebre constructiva, es causada por la combinación de alimentos -como refresco de cola y blanquillos- que el enfermo consume durante el tratamiento de la fiebre constructiva, es decir, por no guardar dieta.
La persona que sufre la afección del primer tipo presenta temperatura alta y su semblante se enrojece, mientras que el enfermo de fiebre destructiva presenta "temperaturas heladas", es decir, muy bajas.
Para reconocer el tipo de fiebre, el terapeuta toca al enfermo, para ver si la temperatura de su cuerpo es caliente o muy fría. En el caso de la fiebre destructiva, también interroga al paciente para saber si consumió alguno de los alimentos que originan la afección. El semblante del enfermo es otro signo importante para establecer el diagnóstico: si éste es el de un moribundo, se sabe que la fiebre es destructiva (V. calentura). Esta última es considerada como una afección peligrosa que muy pocos médicos tradicionales saben controlar, y que los médicos alópatas desconocen, razón por la cual también ignoran su tratamiento.
El procedimiento destinado a curar la fiebre constructiva consignado por los curanderos-hierberos, consiste en aplicar al enfermo emplastos de barro en el vientre y las rodillas. La terapia se ejecuta tres veces, cambiando el emplasto cada vez que se seca (V. Punica granatum).
Para curar a una persona de fiebre destructiva, se parten 15 limones en forma de cruz, se asan en un comal, y agrega un ingrediente que se conoce con el nombre de "tres lejías", así como cal y ceniza. Ya que hierven sobre el comal, se retiran y se depositan en un plato; se toman los dos limones más grandes, y así calientes se untan en el cuerpo del enfermo, desde el cuello hasta los pies; los limones sobrantes se colocan en manos, pies, estómago, en la frente y en la rabadilla, y se amarran con una venda para que no se caigan. Se dejan así por espacio de dos horas para que el limón "recoja la enfermedad"; el recurso terapéutico no se debe dejar más tiempo de lo indicado, porque de lo contrario "la enfermedad se regresa". La terapia se debe repetir tres veces. Al siguiente día, el semblante del enfermo se ve "coloradito", signo que indica al terapeuta la recuperación de la temperatura normal del cuerpo del enfermo. Mientras se efectúa el tratamiento, se recomienda cubrir al enfermo con una sábana, para que se "vaya más rápido la enfermedad"; asimismo, se le aconseja comer alimentos guisados, frutas, y evitar las carnes rojas.
La fiebre destructiva es un padecimiento considerado por los terapeutas entrevistados como peligroso, ya que para muchos de ellos es desconocido. Si no se sabe controlar, el enfermo muere en dos o tres días.
Como hemos visto, las fiebres y la calentura, en la medicina tradicional cora, son dos causas de demanda de atención que afectan con mucha frecuencia a la población, y que, además, pueden causar la muerte.