Padecimiento crónico que constituye, en la medicina tradicional cora, una de las causas de demanda de atención que requieren tratamiento inmediato debido al temor de contagio y muerte. Los terapeutas tradicionales a los que recurre la población para atenderse esta enfermedad son, principalmente, los hierberos "espiritualistas".
Según estos terapeutas, el origen de la tuberculosis se debe a la paupérrima alimentación del indígena, pues "las defensas de las personas mal alimentadas son bajas", lo que las torna susceptibles de padecer un resfriado, el cual puede afectar con facilidad los pulmones; de esta forma, un simple resfriado se convierte en un padecimiento crónico y contagioso.
Los primeros síntomas que manifiesta el tuberculoso son un estado de severo agotamiento, desgano y pérdida de apetito. Después, cuando la enfermedad se considera en "segundo grado", el enfermo tiende a aislarse: "los ve uno sentaditos, hechos bola, como que se van retirando de la gente"; además, presenta un cuadro febril muy peculiar que los terapeutas conocen como "calentura de parte"," porque les pega sólo por las tardes y noches, ya que la tienen por dentro"; así, "al acostarse por la noche, se les calienta el pulmón y les ataca la tos".
El diagnóstico del terapeuta se establece por medio de la observación y un interrogatorio. El semblante del enfermo se ve "desgastado y amarillo"; el enfermo declara tener una tos desde hace tiempo que no ha podido curarse, la cual le "pega más fuerte por la noche", además de "calentura de parte" y falta de apetito.
Uno de los tratamientos consignados por los hierberos "espiritualistas", consiste en la preparación de un tónico hecho a base de zopilote, animal que por sus reconocidas cualidades medicinales ha dado el nombre a la enfermedad de "tuberculosis-zopilote" en la región cora. El tónico se hace hirviendo por más de 12 horas un zopilote -con todo y plumas, pero sin las vísceras- hasta que se deshaga, de tal manera que haya "soltado sus propiedades" durante la cocción; el caldo resultante se cuela, y se le agrega azúcar y vainilla para nuevamente hervirlo. Ya frío y embotellado, el terapeuta proporciona el tónico al enfermo, para que él y su familia lo beban durante 15 días, repitiendo la dosis cuantas veces sea necesario.
En otro tratamiento, los hierberos recomiendan administrar al enfermo "agua de plátano", la cual se obtiene haciendo un "pocito" en la parte inferior del tronco de un vástago de plátano; el líquido que ahí se acumula, es colectado y dado a beber al enfermo en ayunas, por el tiempo necesario.
Durante el tratamiento, el paciente debe observar una buena dieta, especialmente abundante en vegetales y frutas, y abstenerse de consumir carne de cerdo, grasas en exceso y bebidas alcohólicas.
Los terapeutas señalan que, cuando el tuberculoso no es atendido oportuna y adecuadamente, "pierde la voz", es decir, cuando habla "casi no se le escucha"; el cuadro se complica con la presencia de "fuertes diarreas", al grado de no tener fuerzas para levantarse, y finalmente muere.