Al igual que en otros grupos indígenas de México, entre los guarijíos es la partera el especialista médico reconocido socialmente para atender a la mujer durante el embarazo, el parto y el puerperio.
En el periodo del embarazo, esta terapeuta desempeña una función importante, ya que a partir del quinto mes la mujer recurre a ella con regularidad para someterse a la "sobada", procedimiento común en casi todos los grupos indígenas del país, destinado a facilitar el parto. Esta práctica se realiza, sobre todo, cuando "la mujer se siente mal, sofocada o con dolores", lo que revela que el niño se encuentra "atravesado o de nalgas porque la madre tuvo un golpe o una caída, y hay que sobar a la mujer para acomodar al niño en su lugar", esto es, colocarlo manualmente en posición cefálica.
Durante la consulta, la mujer también recibe diversos consejos de la partera, relativos a la higiene personal, la dieta alimenticia y la conducta general conveniente durante este periodo; así, por ejemplo, debe continuar realizando sus actividades normales, pero cuidando de no hacer grandes esfuerzos y evitando levantar cosas pesadas; debe procurar bañarse diariamente con agua tibia en tiempo de frío, y tener una alimentación variada, si bien debe evitar el exceso de alimentos de calidad fría (carne de puerco, frijol, "maicova", pescado, manteca, pitahaya y chile, porque pueden producirle "enfriamiento, inflamación y pasmo en el estómago", estados que propician la aparición de cólicos). Las parteras recomiendan tener especial cuidado de no salir de la casa cuando hay eclipse de luna, porque entonces "le pega calentura, la luna se come al niño y éste sale mocho", es decir, nace con labio leporino (V. tencuacho y comido de luna).
Los informantes indican que durante el periodo de gestación pueden presentarse algunas irregularidades en la embarazada, tales como las "molestias de la cintura", que hacen que "las mujeres lloren de dolor en la espalda, en la parte del riñón y no puedan sentarse". Para combatir esta dolencia, las parteras administran un cocimiento preparado con una mezcla de flor de manzanilla y raíz de cordonera. El vómito es otro de los malestares recurrentes de la embarazada, especialmente durante el primer trimestre; si llega a causar verdaderas molestias, se trata con el té de hojas y raíz de kuruwa, junto con la hierba pipichagua; este cocimiento ayuda también a mejorar el apetito. Las parteras señalan que cuando el vómito es causado por "encolerizamiento, a la mujer le pega calentura con basca"; en este caso, se le da un té de flor de saúco con canela.
El "dolor de estómago" -esto es, los cólicos causados por el enfriamiento que resulta "de comer algo fresco", o por resfrío- se trata con el cocimiento de vara de tatachinole, con té de manzanilla o simplemente tomando agua tibia, como agua de uso. La hinchazón en los pies que suele presentar la mujer embarazada se cura mediante el cocimiento de una mezcla de flor de manzanilla, raíz de corcionera y de hierba pipichagua; también se aplica la raíz molida de corcionera directamente sobre la parte inflamada. La debilidad es otro de los malestares que pueden presentar algunas mujeres, sobre todo en los últimos meses del embarazo, "porque no comen lo suficiente" en estos casos, se recomienda beber el cocimiento de "barba" (estigmas) de cualquier clase de maíz, o el de "elote colorado machucado"; según los informantes guarijíos, esto "ayuda a dar fuerza, ya que sirve como vitamina".
Las hemorragias durante el embarazo son particularmente peligrosas; por lo general, el sangrado "no es abundante, sino anormal"; cuando esto ocurre, se le da a beber a la mujer el cocimiento de raíz de chicura y manzanilla, y se le recomienda reposo. Según los informantes, la amenaza de aborto es un trastorno que ocurre frecuentemente entre el cuarto y el quinto mes del embarazo; se manifiesta con la aparición de contracciones de la matriz, causadas por no satisfacer "un antojo de alimento" o por hacer "un coraje fuerte"; se trata con el cocimiento de raíz de chicura, hierba de epazote, semilla de cilantro y corteza de igualama; la terapia incluye la recomendación de descansar por algunos días.
Cuando la mujer advierte los primeros dolores del parto, manda llamar a la partera, quien le hace una revisión para determinar la posición del niño; si ésta no es la adecuada, entonces la partera la corrige mediante sobadas. A la parturienta le aconseja "aguantar los primeros dolores que le dan de repente seguidos y con mucha fuerza", mientras prepara un cocimiento de manzanilla y semillas de cilantro, o una mezcla de aceite de comer con un té de semillas de cilantro; este medicamento "da calor y fuerza a la mujer para aliviarse". Si el parto es de rutina, le da una sola taza, pero si se trata de "un niño gordo, le da hasta tres tazas, para aceitar al niño". Enseguida coloca una faja en la cintura de la enferma y la va bajando después de cada contracción, cuando la criatura ha logrado descender un poco, de modo que no vuelva a subir.
Entre los guarijíos, la mujer generalmente "se alivia" en cuclillas, y a veces se ayuda sosteniéndose de un mecate que cuelga frente a ella; atrás se coloca el marido y "abraza a la mujer encima de la matriz; cuando llega el dolor, ayuda oprimiendo hacia abajo con la palma de las manos, para que baje el niño; entre los dolores, sostiene a la mujer. Al frente está la partera, viendo y esperando el momento en que el niño caiga sobre un trapo puesto en el suelo; cuando mucho, sólo lo sostiene al nacer, pero no lo jala. Si el niño no llora, se le sopla en el oído para que reviva y se le dan golpecitos en la planta de los pies". Después, la partera espera a que salga la placenta, y corta el cordón con tijeras o con un "otate" -especie vegetal llamada también carrizo-, midiendo "una cuarta" desde el ombligo, esto es, la distancia que resulta de juntar todos los dedos de la mano, excepto el pulgar. El ombligo se cura con aceite de comer o con grasa ("infundia") de gallina, y luego se amarra con una venda que se quita al cuarto día cuando, ya seco, se cae; sólo entonces se baña al niño con un cocimiento tibio de semillas de cilantro.
A veces, la salida de la placenta se logra sólo después de administrarle a la parturienta alguno de los siguientes preparados: un té de manzanilla cimarrón y cilantro, el jugo de una penca asada de la cactácea de nombre mezcal, o el cocimiento de chicura, cilantro, igualama y salvia silvestre; esta última bebida ayuda no sólo a expulsar la placenta, sino también a limpiar la matriz "de los restos del parto y del desecho apestoso; además, la calienta, previene el pasmo, la infección y la calentura"; por esta razón, se continúa administrando durante 20 días después del parto. En caso de hemorragia posparto, a la mujer se le da un cocimiento preparado con cilantro y con la hierba llamada kusijojchoname (V. tepozana, lengua de buey, batayaqui).
Las parteras brindan una serie de recomendaciones que la puérpera debe seguir para lograr recuperarse a la brevedad posible; varias de las indicaciones guardan relación con los cuidados que se proporcionan al niño (V: cuarentena). Así, según las terapeutas, es conveniente dar al recién nacido leche de cabra mezclada con agua hervida hasta que "le baje la leche a la mamá". La mujer debe permanecer acostada durante los cuatro días posteriores al parto, después de lo cual puede bañarse y reanudar las labores domésticas más sencillas; durante los 40 días del puerperio debe evitar cargar objetos pesados o hacer trabajos agotadores. En cuanto a la dieta, puede comer "sólo tortilla tostada de maíz, atole y pollo asado, carne seca, papa y frijol yurimún", pero debe evitar los alimentos de calidad fría, ya que su consumo puede producirle cólicos; para calmar la sed, debe tomar "agua caliente, pues ésta evita que se enfríe"; de igual manera, no debe mojarse, ya que si lo hace "se le hincha la matriz".
Las parteras afirman que cuando una mujer ha tenido muchos partos difíciles, puede llegar a sufrir "caída de la matriz", afección que también puede ser causada por un golpe o por una caída. El útero puede estar sólo desviado, situación que se reconoce al sobar el vientre de la mujer, o salido a través del cuello, hecho que se puede observar a simple vista. En cualquiera de los dos casos, la enferma presenta dolor de cintura, pesadez en las piernas, enflaquecimiento y dificultad para concebir. Los tratamientos empleados para corregir esta dolencia, cuando la matriz está "caída adentro", consisten en masajes y "sobadas", practicados "de abajo hacia arriba" en la región del "bajo vientre", donde se encuentra localizada la matriz. Esta operación tiene el propósito de subirla. En el segundo caso, cuando el útero se encuentra salido por la vagina, la partera "lo introduce con la mano y soba para adentro"; después coloca un emplasto caliente sobre el vientre, preparado con hojas de chicura.