Ch´a Chaak. Ceremonia para la lluvia
El ch´a chaak, o "ceremonia para la lluvia", como la han traducido los informantes de la península, es una de las numerosas ceremonias ancestrales de la tradición maya vigentes hasta hoy en día. Este tipo de ritual -que reviste una enorme importancia en el mundo ideológico del grupo- es de la incumbencia de los h´ men ("sacerdotes tradicionates"), una categoría especial de terapeutas que tienen a su cargo no sólo la ejecución de los ritos religiosos sino que también atienden muchas de las causas de demanda de atención de los habitantes de sus comunidades. Gran parte de estos rituales de mediación con las divinidades también guardan relación con la salud y la enfermedad, ya que es la forma habitual de manifestar sus inconformidades hacia deberes adquiridos por los hombres, pero que no han cumplido.
Se trata, según los terapeutas, "de una creencia muy antigua, porque cuando hay un castigo, no cae la lluvia en las milpas". Ante un problema como éste, es necesario realizar la ceremonia para la lluvia, una petición de lluvia que se lleva a cabo con el propósito "de pedir que llueva para que haya una buena cosecha"; puede ser solicitada al sacerdote tradicional ya sea en forma individual o colectiva. A veces el ritual se contrata cuando la sequía amenaza con malograr la cosecha. El periodo indicado para realizar el ch ´a chaak es "cuando se quema la milpa; en el mes de abril empieza la ceremonia, una cada semana, por ejemplo del primero de abril a la primera semana de julio hay trece semanas. Aquí finaliza esta ceremonia y empieza el Loh, -ceremonia de agradecimiento a Dios por las gracias otorgadas en las trece ceremonias anteriores-". Cada ceremonia tiene una duración de una noche y un día, y se efectúa con la aprobación de todos los habitantes de la comunidad, en razón de que de la fe de todos dependerá la calidad y cantidad de la cosecha. Se debe preparar un altar con ramas de varias plantas, tales como limonaria (Murraya paniculata), ruda, rosas, albahaca y flores silvestres, además de las imágenes de los santos que intervendrán en la petición, dos ramos de siip che´ (Malpighia glabra), velas, veladoras e incienso. Luego de haber arreglado el altar, las mujeres se organizan para preparar la comida que, al término de la ceremonia, junto con el vino se reparte a todos los invitados. Se matan siete gallinas, se reúnen siete almudes de maíz, además de una cierta cantidad de pepita molida. Con una parte del maíz se hace sakah, y con el resto se prepara masa para algunos panes grandes a los que se les pone la pepita molida; se cuecen en un hoyo mientras que se hace un ko´ -especie de atole que se prepara con masa de maíz, pepita de calabaza y jitomate frito-, que se come con la gallina previamente cocida. Mientras las mujeres preparan la comida, el h´men reza las oraciones de la ceremonia; agradece a los dioses Yumbil, yum Somingue, Kuun ku ("el trueno") y al más importante, yum san Marcos, y pide a los cuatro puntos cardinales, es decir a los cuatro vientos, la gracia de la lluvia. En cada ceremonia utiliza ramas de slip che´, 13 frutos de k´aax y un vino preparado con balché. La comunidad entera participa representando una especie de lucha: intervienen en ella cien niños, que representan sapos, cuatro adultos ("servidores") que pelean con espadas, un hombre -al que le llaman Kuun ku-, que simboliza a san Miguel Arcángel, y dos sacristanes. En el ritual está prohibida la participación de las mujeres, ya que en el mundo ideológico maya las mujeres no pueden estar presentes en los lugares considerados sagrados, así como en la mayor parte de los ceremoniales religiosos, "porque las mujeres tienen malos vientos" sobre todo si están reglando; el daño que resulta de esta falta puede caer sobre el oficiante de la ceremonia o sobre la persona que cometió la falta. En ciertas ceremonias pueden estar presentes mujeres menores de 11 años, o mayores de 50, ya que sólo la mujer en edad fértil representa un peligro "por el viento que carga", derivado de las relaciones sexuales.
En los pequeños poblados el ritual se realiza en la iglesia del pueblo, y se repite cada 15 días hasta lograr la cosecha.
La ceremonia para la lluvia también se realiza para conseguir que no aparezcan plagas o enfermedades que puedan afectar la milpa, así como para evitar lluvias particularmente nocivas para el cultivo, como el sabac-ja y el choco-ja. Acerca de este último, la población dice que "es agua un poco salada; es agua de las playas que es llevada por los chaques".
En el mes de septiembre de 1991, el costo total de la ceremonia de petición de lluvia era entre 60 y 70 mil pesos.