Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana
Universidad Nacional Autónoma de México
La Medicina Tradicional de los Pueblos Indígenas de México
Pima (O´ob).
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Descripción de demandas
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Descripción de demandas

Caída de mollera

La "caída de mollera" es uno de los padecimientos de mayor frecuencia e importancia dentro de la población infantil pima, especialmente entre los lactantes. Es designada con la expresión "guy la mollera", y es atendida principalmente por las curanderas.

Para la mayoría de los informantes, la causa más importante que da origen a esta afección es de tipo mecánico: "cuando se caen los niños se les cae la mollera", o "la gente avienta para arriba a los niños y la mollera se cae". Aunque estos testimonios señalan claramente que la causa del padecimiento es una caída o un golpe que sufre el infante, ciertos informantes indican que los niños pueden, además, nacer con "la mollera baja". Cualquiera que sea la causa, el enfermo necesita ser atendido en forma oportuna.

Los síntomas que distinguen a la enfermedad se manifiestan casi enseguida a la caída o al "sacudimiento" del niño, y son: "ojos tristes, gachitos y lagañosos; calentura; se le sume la mollera; ya no le palpita, se le acaba el pulso"; asimismo, el paciente presenta dificultad para mamar; ciertos informantes añaden a estos síntomas, la aparición de problemas estomacales.

El signo clave para establecer el diagnóstico -y que también da origen al nombre de la enfermedad-, es el hundimiento de la fontanela anterior del paciente. Como consecuencia de esto, "se cae, se sume" la bóveda palatina, es decir, la parte posterior del paladar superior, provocando que "el niño no pueda mamar".

Los terapeutas tradicionales interrogan a la madre acerca de los síntomas y signos que ha observado en el paciente, y confirman su diagnóstico palpando la parte superior de la cabeza, en la región de la fontanela hundida.

El tratamiento tipo para curar la enfermedad consta, por lo general, de cuatro procedimientos -todos de tipo mecánico-, destinados en su conjunto a levantar la mollera sumida. En el primero, la terapeuta, con sus dedos untados en aceite de oliva o de comer, soba y empuja hacia arriba el paladar del niño, práctica que recibe el nombre de "paladeada". Las informantes describen esta maniobra de la siguiente manera: "aprieto y le sobo el paladar, lo empujo por dentro de la boca para levantarlo con los dedos". Algunas terapeutas usan sal para realizar este procedimiento (V. paladear). Inmediatamente después, la curandera da una "sobada" al paciente utilizando aceite de comer, tibio; para ello, empieza a sobarle la cabeza, a los lados, a nivel de los ojos, comprimiendo todo el tiempo hacia arriba; también le soba las "coyunturas", es decir, las articulaciones. Ciertas informantes soban en forma de cruz la cabeza y luego ponen pimienta mezclada con Vick VapoRub en la fontanela hundida. A continuación, toman al pequeño por los pies, de modo que la cabeza cuelgue hacia abajo, y proceden a "sacudirlo" suavemente para que la mollera vuelva a su lugar de origen. Por último, la curandera toma agua en su boca y le succiona la mollera; como lo expresa una de las terapeutas: "le chupo la mollera" (V. levantar la mollera, chupar la mollera).

Para curar definitivamente al niño, el tratamiento debe hacerse diariamente durante tres días. Esta misma terapia se realiza cuando el niño nace con la fontanela sumida.

La caída de mollera es considerada por los pimas como una enfermedad muy grave, que requiere ser atendida inmediatamente después de detectar los primeros síntomas; de no ser así, los niños "se cansan de la garganta, dejan de comer, se les seca la mollera y se mueren", debido a la falta de alimentos que resulta de la dificultad para deglutir y de los problemas estomacales.

Las informantes señalan que para que los niños no sufran esta enfermedad, se les debe brindar cuidado y atención, y evitar que se caigan y que "brinquen mucho".

Las curanderas pimas encuestadas dijeron atender un promedio de seis pacientes al mes con este padecimiento, e indicaron que la población de más alto riesgo son los niños hasta los tres años de edad.