Embarazo. Book, cik o´ob maarrka o parto. Puerperio
Como en otros grupos indígenas de México, entre los pimas, la partera es la especialista reconocida para atender los partos de las mujeres de su comunidad. La preocupación por esta etapa del ciclo de vida comienza en el embarazo. Los síntomas que permiten reconocer un embarazo, además de la suspensión de la regla, son ciertos "achaques" que presenta la mujer, como son: "repudio a la comida, le da asco, no le da gana de comer, tiene basca". Una de las causas frecuentes de demanda de servicios a la partera por parte de una mujer embarazada es la necesidad de someterse, regularmente, a un procedimiento designado con el nombre de "sobada", que tiene la finalidad de acomodar al niño, es decir, colocarlo mecánicamente en posición cefálica -si no lo está-, y así facilitar el parto y evitar problemas. Con este mismo fin, durante estas visitas la embarazada también recibe consejos como el de continuar realizando sus actividades normales de trabajo, siempre y cuando no se exceda en hacer esfuerzos o levantar y cargar cosas muy pesadas; el ejercicio constante y moderado le ayuda "para que el hijo no se pegue" y pueda nacer con facilidad.
Cuando la mujer advierte las primeras contracciones, manda llamar a la partera. Generalmente, lo primero que ésta hace es darle masajes en el vientre y en la espalda, de arriba abajo, utilizando para ello aceite de comer; según una informante, se debe "sobar con las manos la panza y las nalgas desde la cintura para abajo", para relajar la tensión muscular, ya que "la sobada ayuda a que el parto sea más rápido". Enseguida, le da un té caliente ya sea de manzanilla, de manzanilla de Castilla con raíz de pionía, o un cocimiento de raíz de epazote, de comino o de raíz de babisa (V. aliso) Algunas parteras dan a beber un preparado de trocitos de la cola del marsupial llamado tlacuache, medicamento empleado con esta misma finalidad en toda Mesoamérica desde la época prehispánica. Todas estas bebidas son de calidad caliente, y ayudan a que la mujer conserve su estado de calor y a que el parto se acelere.
Un parto retardado es señal de que la paciente "tiene el chamaquito pegado". En estos casos, la partera procede a practicar un procedimiento llamado "sabaneada", que consiste en acostar a la embarazada sobre una sábana, y moverla varias veces, hacia ambos lados en dirección trasversal, mientras la partera, con la ayuda de otra persona, sujeta los extremos de la sábana. El propósito de esta práctica es "despegar al niño; cuando se sacude a la mujer en una cobija, luego se voltea el niño" (V. manteada). La mayoría de las parteras consideran que este tipo de parto es muy difícil de atender, al igual que el parto de "cuates", gemelos o el de niños muy gordos. Entre los pimas, la mujer "se alivia" hincada, ya que según las informantes, las mujeres prefieren dar a luz en esta posición. Al nacer el niño, la partera le corta el ombligo "cortito, que le llegue a la punta del piecito, con tijeras o cuchillo"; a continuación, algunas terapeutas acostumbran poner en el ombligo "el polvo de pluma de gallina bien tatemada en el comal", después de lo cual "se amarra con un trapito blanco". Finalmente, le administran a la parturienta un cocimiento caliente de hierba anís, de cáscara de táscate con raíz de babisa, o sólo de manzanilla, para ayudarle a recobrar fuerzas y calor.
Una vez acabado el parto, se le recomienda a la mujer tener una serie de cuidados; "tiene que estar unos días en la cama (cuarentena), sin mojarse, pues el agua daña; no comer papas, frijol, manteca ni chile; no comer cosas acidas, como limones; puede comer tortillas, tostadas y atolitos". Al tercer día, la puérpera puede levantarse y hacer algunas actividades -"hacer negocio"-, como lavar trastes, por ejemplo, pero no debe hacer tortillas, lavar ropa, ni planchar. Todas las recomendaciones sobre la dieta alimenticia y las actividades permitidas son muy estrictas, y se aconseja seguirlas cabalmente para evitar ulteriores complicaciones. Si la puérpera come alimentos de calidad fría, puede llegar a padecer várices; si se moja, se le inflama el vientre, "se hincha y le cae pasmo"; por último, si come frijol se daña ella misma, y daña a su hijo (V. frío-calor, batamote).
Algunas parteras consideran que en la actualidad muchas de las mujeres pimas van a la clínica de salud para ser atendidas en sus partos; sin embargo, otras continúan recurriendo a las parteras.