Con este nombre se conoce, entre la población purépecha, una enfermedad poco frecuente atendida principalmente por curanderos y parteras. Es un padecimiento que surge como consecuencia de haber recibido una impresión fuerte, repentina, es decir un susto. Según los informantes consultados, el signo más evidente que caracteriza al espanto y que permite diagnosticarlo, es la expresión de los ojos del enfermo, los cuales se "ven saltados". Este indicio, aunado a un interrogatorio destinado a conocer si el sujeto ha sufrido un susto en el último tiempo, así como al resultado de un procedimiento que consiste en pulsar la enfermedad -ya que ésta "se toca en los pulsos del corazón y de la mano"-, permite al terapeuta concluir que el enfermo está espantado.
El tratamiento habitual es complejo, y está basado en una o más prácticas de tipo mágico-religioso, destinadas en su conjunto a recuperar la entidad anímica perdida por el enfermo, hecho que constituye la causa desencadenante de la enfermedad. Al igual que entre otros grupos indígenas de México, en la población purépecha existe la creencia de que en determinadas circunstancias -al sufrir un susto, por ejemplo-, un individuo puede perder una parte de sí, su espíritu y, por lo tanto, enfermar (V. pérdida del alma). El tratamiento incluye un procedimiento designado "llamarlo", término que señala en forma precisa lo que el terapeuta hace en el curso de su ejecución: llamar al alma perdida del paciente. Uno de los terapeutas consultados declara: "primero se llama a los pacientes por su nombre y al mismo tiempo se les hace oración; se reza el avemaría y el credo, y se les grita su nombre tres veces y se les pone una cruz de ceniza en el cerebro (nuca) y en la frente".
Las complicaciones de la enfermedad pueden ser muy graves si ésta no se atiende a tiempo. A juicio de los informantes, la tensión emocional excesiva que el susto produce puede hacer que al enfermo se le "desvíen los nervios del cerebro y quede transtornado".
El espanto no se puede prevenir en la zonas encuestadas, y la población más afectada por la enfermedad es la infantil.