El "embrujo" es una causa de demanda de atención de la población de las regiones chatinas. Se trata de un mal propiciado por una persona que siente envidia de otra que ha logrado mayor prestigio y bienestar material. El daño se puede hacer de un modo directo o con la ayuda de quien conoce los procedimientos de la brujería. Entre los chatinos, los conocimientos para ejercer este tipo de práctica normalmente se adquieren a través de un trance iniciático provocado por la ingestión de ciertas plantas con propiedades psicotrópicas como, por ejemplo, hongos alucinógenos como el nanacate -u´jia en lengua chatina-, el toloache, así como las santa.
La mayoría de los terapeutas chatinos rechazan este tipo de prácticas debido a la ambivalencia entre el "bien y el mal" que representan. La ingestión de dichas plantas puede conducir a la realización de acciones tanto positivas como negativas hacia las personas, y sólo quien conoce la forma de propiciar un daño, puede también contrarréstalo. De hecho se piensa que tanto el brujo como el curandero que dominan estos conocimientos, obtienen su poder haciendo un pacto con el diablo". Por otra parte, se considera que quien se siente inclinado por estas artes, se vuelve susceptible de acarrear algún mal para sí mismo. Esto ocurre porque el trance mismo basado en la experiencia con los psicotrópicos puede causarle serios daños, cuyo tratamiento no sólo es difícil, sino que únicamente puede se realizado por otro curandero más experimentado en la materia; además, a partir de entonces atrae para sí y para los miembros de su familia un estigma de infortunio.
Uno de los procedimientos para embrujar a una persona consiste en hurtarle alguna pertenencia, de preferencia alguna prenda de vestir, que suele ser extraída, por lo general, de los tendederos. Una vez logrado dicho propósito el objeto o prenda se coloca junto a una figura antropomorfa, hecha con una planta llamada chamiso, la cual representa a la persona a quien se desea hacer mal y a la que precisamente se le infieren todos los daños deseados para posteriormente depositarla, durante la noche, en alguna tumba del cementerio. Una forma similar de embrujar consiste en modelar un muñeco de cera, detrás de la persona señalada como víctima, y luego enterrarlo en el cementerio. Se espera que, a los pocos días, el individuo representado por el muñeco siga los pasos de éste, es decir termine en el panteón.
Otra forma acostumbrada por los brujos para hacer un daño a una persona consiste en enviarle un "viento o un espíritu maléfico" para que entre a su cuerpo y se materialice en un objeto que finalmente lo destruya y lo mate (V. aire). Por último, se puede embrujar a un sujeto quebrando una cruz, la cual representa simbólicamente a la que, según creencias chatinas, cada quien tiene asignada desde el nacimiento. Un método análogo consiste en encender nueve velas delante de la propia cruz; el hecho de que sean nueve las velas utilizadas, guarda relación con el número de escalones -también nueve- que conducen hacia el inframundo.
Con respecto a la víctima elegida, existen determinados momentos en que se encuentra más propensa a ser atacada por un embrujo; por ejemplo, a la hora de levantarse la persona tiene los "poros abiertos", lo cual permite detectar sus estados de ánimo y así descubrir si tiene muina, estado considerado ideal para causarle daño a alguien.
Al poco tiempo de recibir el daño, el sujeto afectado cambia repentinamente de conducta; así, por ejemplo, puede adquirir un hábito inusual, como comenzar a tomar bebidas alcohólicas a pesar de ser abstemio. Una enfermedad extraña o una cadena de desgracias acaecidas en una misma familia, hacen también sospechar que alguno de sus miembros está embrujado. Otros síntomas que presenta la persona embrujada son calentura, pérdida de fuerzas en las extremidades e incapacidad para hablar; además, su rostro adquiere un aspecto demacrado y emite una risa febril y ausente, risa que pone de manifiesto el embrujo. Ciertos enfermos se sumergen en un estado de tristeza crónica y se ven acosados por diversos padecimientos, que finalmente terminan con sus vidas. Cuando el embrujo se produce como consecuencia de la entrada de algún "espíritu maléfico" al cuerpo del sujeto afectado, éste se estremece continuamente y al poco tiempo "se vuelve loco". A menos que el espíritu sea eliminado, la persona muere en el transcurso de un año.
Los métodos utilizados con más frecuencia para confirmar el embrujo se relacionan con el uso de psicotrópicos; otras formas empleadas para conocer la naturaleza del mal son la baraja, el humo del copal y la consulta del oráculo -libro que posee un código simbólico que relaciona determinados hechos con números, los cuales se obtienen lanzando granos de maíz sobre un tapete-.
El diagnóstico mediante agentes alucinógenos se ejecuta de la siguiente manera: se suministra al paciente la dosis de alguno de los tres psicotrópicos antes mencionados, con la finalidad de que él mismo, mediante la introspección psíquica que deriva de su ingestión, dé cuenta del mal, así como de las causas que lo originaron.
Otra forma de diagnóstico es el pulseo, procedimiento que consiste en detectar las características del flujo sanguíneo del paciente en determinadas zonas del cuerpo, tales como la muñeca y las sienes. Según los pulsadores, la sangre "habla" y dice al especialista el tipo de enfermedad que está afectando al paciente (V. pulsar).
El embrujo es tratado mediante la ejecución del siguiente ritual: el curandero comienza a rezar y, mientras tanto, cava un hoyo en la tierra y coloca alrededor del agujero algunas velas encendidas, una botella con mezcal y uno cigarros; después, sacrifica una gallina negra y vierte en el hoyo la sangre del animal. El propósito del ceremonial es no sólo liberar al enfermo del mal que lo aqueja, sino también revertir el embrujo hacia la persona que causo enfermedad. Si el hechizo ha sido originado por la entrada de un "espíritu maléfico" al cuerpo de la víctima, curandero apacigua a la entidad dándole dinero -que el paciente ha "pagado en depósito" con anterioridad al terapeuta-, y entonces extrae del cuerpo del enfermo algunos objetos pequeños, como pueden ser trozos de hueso o de vidrio, granos de maíz, pedacitos de cuerda, etcétera.
El embrujo muchas veces constituye una enfermedad mortal. La forma más usual de prevención consiste e encender velas en el centro de las viviendas, en donde se considera que se encuentra el corazón de las mismas, ahuyentar a los "nahuales" -espíritus con forma de animales, relacionados con los brujos-, así como a los diversos demonios y al diablo mismo (V. nagual). De este modo se pretende proteger a sus moradores.