Enfermedad que se manifiesta de preferencia en el aparato digestivo, y que afecta por lo general a niños menores de 10 años, aunque también puede presentarse en personas adultas. Es un padecimiento atendido por las curanderas-hierberas, las cuales indican que la hinchazón de cuajo es causada principalmente por golpes o caídas considerables, un tipo de accidente común entre los niños de cierta edad, cuando "desbarrancan de los árboles por andar jugando o cortando leña".
A consecuencia del percance, se produce la caída del cuajo, de lo que deriva la "hinchazón" del mismo. Según los conceptos anatómicos de los terapeutas totonacos, y de otros grupos indígenas del país, el cuajo es un órgano semejante a una membrana gruesa que se encuentra en el interior del estómago, adherida a sus paredes. Los síntomas que presenta el niño que sufre la enfermedad son: mucha sed, calor, fatiga, sofocamiento, náuseas, diarrea y decaimiento.
El procedimiento para establecer el diagnóstico consiste en revisar la región del estómago del paciente para determinar el estado del cuajo; en presencia de la enfermedad, la terapeuta "agarra el cuajo y lo siente hinchado".
Los tratamientos empleados para curar la hinchazón de cuajo, tienen el propósito de "acomodar" el órgano desprendido, es decir, colocarlo nuevamente en su lugar, y a la vez desinflamarlo. El procedimiento indicado para este fin es la sobada, la cual se ejecuta del modo siguiente: la curandera empapa sus manos con manteca de cerdo, derretida y mezclada con alcanfor, y soba varias veces desde el ombligo hacia la parte superior del estómago; la maniobra se hace una vez por día durante cuatro días.
La hinchazón de cuajo es un padecimiento grave, señalan las informantes, por ello si no se atiende de inmediato al enfermo, los signos y síntomas que presenta se intensifican. Recomiendan inculcar a los niños los cuidados que es necesario observar para evitar contraer esta afección.