En la medicina tradicional totonaca, la atención de paciente que sufre la "sombra de muerto" es confiada a los curanderos-rezadores. Se trata de una afección muy frecuente entre la población de este grupo indígena.
La expresión designa al espíritu de una persona fallecida, el cual provoca el padecimiento que lleva su nombre cuando sale del cementerio y retorna entre los vivos. El sujeto afectado por la sombra de muerto presenta diarrea y falta de apetito, que hacen que pierda peso rápidamente y que se le altere el sistema nervioso; esto último le produce sofocamiento", aseguran.
Al igual que en otras afecciones que constituyen síndromes de filiación cultural, este padecimiento se diagnostica mediante un "alumbrado", procedimiento de adivinación que se hace mediante una limpia con un huevo y una velita, y cuyo propósito es lograr "traslucir la causa del mal".
Los tratamientos destinados a curar la enfermedad llevan el nombre de "quitar la sombra de muerto". Ciertos informantes refieren que, hasta hace pocos años, aún se ejecutaba una ceremonia destinada a agasajar al espíritu del difunto mediante una fiesta en su honor, de modo que dejase de habitar el cuerpo del enfermo. Esta ceremonia era presidida por el curandero, y se realizaba en el curso de toda una noche, con acompañamiento de música de arpa y violín. En este ritual, el actor principal es un muñeco de grandes dimensiones vestido a la manera del difunto el cual representa al muerto. Toda la familia danza con ese maniquí, al que se le hacen honores dándole una corona y un collar de flores, un cirio y un ramo. Cada uno de los asistentes al ceremonial, comenzando por el curandero le ofrece un vaso de refino, que se bebe o se riega en el suelo. Después le hacen entrega de una ofrenda que incluye un pollo entero y cocido, con el cual danzan. Al mismo tiempo, la familia ha preparado los instrumentos de trabajo, en miniatura, del muerto: un machete de madera, un hacha o un cuchillo, si se trataba de un campesino, un fusil si era cazador, o un metate con su mano, si el muerto era una mujer. Al finalizar la ceremonia, los instrumentos miniaturas son depositados al pie de un higuerón. Concluido el ritual, el curandero purifica cuatro veces al representante del muerto, para lo cual lo rocía con una bocanada de agua de lluvia y lo barre con una rama de pizclillo
En la localidad totonaca de San José Espinal, Veracruz, el tratamiento recomendado es complejo: se prepara un té con cuatro hojas de aguacate oloroso y un diente de ajo en medio litro de agua, el cual se administra tres veces al día durante dos días, para que corte la diarrea y el vómito. El tratamiento incluye varias barridas con un ramo de hierbas de olor intenso rociadas con agua bendita, el cual se frota en el cuerpo del enfermo; además, se le dan sahumadas con incienso (V. sahumar). Por último, se prenden velas y veladoras a las imágenes del altar y se reza una oración durante siete días.
En otras localidades totonacas, los terapeutas recomiendan "darle rezos", es decir, rezar siete rosarios de difunto con el objeto de alejar su sombra, además de hacerle una ofrenda, que consiste en un novenario.
Los terapeutas consultados indican que la sombra de muerto es un padecimiento que debe ser atendido inmediatamente, ya que, de lo contrario, el enfermo "se sofoca mucho, la diarrea lo adelgaza y en poco tiempo muere".
La forma de prevención aconsejada consiste en portar una bolsita roja "preparada por el curandero".