La caída de mollera es un padecimiento que, por su frecuencia, constituye una de las causas de demanda de atención más importantes de la población infantil totonaca. El término popular para referirse a esta afección es tomolostli. En ciertas localidades, además de la expresión "caída de mollera", la enfermedad se conoce como "sumida de mollera", "mollera caída", o "mollera de agua". La partera-curandera-limpiadora y la curandera-hierbera son las especialistas de la medicina tradicional totonaca a quienes la población acude para recibir tratamiento.
Según las informantes, la caída de mollera es originada por una causa de tipo mecánico: debido al traumatismo que deriva de golpes; o caídas que afectan directamente la cabeza del niño, al menor se le "sume la mollera", es decir, la fontanela anterior, fenómeno que constituye el signo más evidente del padecimiento.
Inmediatamente después del accidente, el enfermo presenta los primeros síntomas: vómitos y diarrea de olor desaradable, la cual en un comienzo tiene una apariencia blancuzca, pero que luego se torna de color verde (V. diarrea verde); el niño está molesto y llora mucho, y su mollera se le "sume", esto es, se le deprime.
El diagnóstico se establece haciendo un interrogatorio a la madre del paciente y constatando, por observación y palpación, el hundimiento de la fontanela, la cual se siente como "tecajete porque el agua no trabaja bien en la cabeza", refieren los informantes; el dato acerca del color verde de las evacuaciones constituye un elemento importante para poder determinar la naturaleza de la afección.
Como en otros padecimientos de la medicina tradicional caracterizados por una caída de órganos, la sumida de mollera se trata en, forma mecánica, es decir que es necesario literalmente volver a levantarla hasta que ocupe su lugar de origen; la mayor parte de los tratamientos incluyen la aplicación de emplastos sobre la mollera, cuyo propósito es hidratarla, o impedir que continúe perdiendo agua. Así, una de las terapias empleadas con más frecuencia consiste en "chupar la mollera con la boca llena de refino", del cual se deja un poco en la parte hundida; enseguida "se estira el cuerito", es decir, la piel que cubre la fontanela, "para subir la mollera"; por último, se aplica un pedazo de cebolla con azúcar, a modo de emplasto. En otros tratamientos, primero se unta agua con sal en la mollera del paciente, y a continuación se pone, en frío, un tomate asado con sal, el cual se deja durante dos días.
Otra de las terapias comunes destinadas a corregir la fontanela sumida, consiste en "sacudir al niño", maniobra que se ejecuta de la manera siguiente: se toma al pequeño por los pies y se le dan algunas sacudidas "de un lado a otro"; después se le golpean las plantas de los pies en forma de cruz.
La caída de mollera es una enfermedad grave cuyo tratamiento debe iniciarse de inmediato, ya que se caracteriza por tener una rápida evolución. De no ocurrir así, en poco tiempo se complica, aparece calentura, el niño se pone triste, enflaquece y muere.
Las informantes indican que la caída de mollera es un padecimiento que no se puede prevenir ya que ocurre por accidentes imposibles de prever. De todos modos, aconsejan a las madres cuidar a los niños pequeños.