Juriacame o muquichiacatene. Mal puesto
Aunque los términos juriacame y muquichiacatene designan una enfermedad llamada en español "mal puesto", la diferencia entre los nombres cobra sentido en relación con la etiología. En efecto, este padecimiento se especifica con la voz juriacame cuando es ocasionado por un castigo de los dioses, en represalia porque el enfermo "nunca va con su patrón", ni "le pide perdón"; la segunda denominación en lengua indígena se utiliza cuando la enfermedad se produce por la envidia de un tercero, quien recurre a las artes de un brujo para conseguir dañar a la persona que considera su enemigo.
Algunos síntomas del padecimiento, tales como el dolor de estómago, de pecho y de cabeza, son comunes a numerosas afecciones; en cambio, el hecho de que el paciente se sienta "tullido de los pies" es una característica propia del mal puesto. El mara´akáme diagnostica la dolencia durante el sueño, en el curso del cual los dioses también le indican la manera de tratar la enfermedad.
El tratamiento para curar este mal es complejo e incluye varias prácticas curativas, que el terapeuta realiza con ayuda de dos plumas de águila -las cuales representan a su patrón- y tres de cola de aguililla, además de una pipa y tabaco. El procedimiento terapéutico es el siguiente: mientras el enfermo yace sobre un petate, el mara´akáme localiza primero el punto exacto en donde la víctima siente el dolor con mayor intensidad; luego procede a "juntar" en ese sitio preciso todo el dolor, recogiéndolo de toda el área con ayuda de las plumas (V. muvieris), a través de movimientos dirigidos desde los cuatro puntos cardinales; en la cosmogonía huichola, los puntos cardinales representan a la Tierra, el Sol, la Luna y san Miguel. Una vez que ha reunido el mal en un punto, el terapeuta sopla humo de tabaco durante aproximadamente seis minutos. Alternativamente, exhala el humo sobre el área afectada y reza implorando el perdón de su dios y solicitándole el favor de ayudar al restablecimiento del paciente. Enseguida succiona la zona dolorida y extrae desde el interior huesos de muerto, muestras inequívocas de "la maldad" (V. chupar).
Finalizada esta operación, el curandero comienza a trazar círculos sobre el enfermo con ayuda de las plumas, hasta que éste empieza a mostrar signos de mejoría. El mara´akáme concluye el tratamiento y aguarda toda la noche con la intención de que su dios le informe acerca de la enfermedad. Al día siguiente acude a ver nuevamente al paciente y le practica otra curación semejante a la anterior. Esta terapia sólo puede aplicarse de dos a cuatro veces, pues su dios no le permite ejecutarla un número mayor de ocasiones.
Entre las medidas de prevención para este mal, los terapeutas huicholes aconsejan cumplir con las ofrendas -veladoras, pinole, etcétera- a los dioses tutelares, las cuales deben ser llevadas a los lugares sagrados correspondientes, moradas de los "patrones". A las personas adultas se les recomienda también permanecer cerca de los niños, ya que se considera que ellos "no tienen pecados" y, por lo tanto, en su cercanía se está a salvo de cualquier maldad.