La tifoidea es una causa de demanda de atención de los habitantes adultos de las áreas indígenas del Estado de México, quienes la contraen "cuando comen fuera de la casa". Cuando la enfermedad afecta a los niños, por lo general se debe a que comen "algún alimento echado a perder", señalan las terapeutas.
Los principales síntomas de este padecimiento son: diarrea, dolor de estómago y fiebres muy altas, que llevan a que el enfermo se debilite en poco tiempo. La tifoidea es una afección que debe ser tratada por el terapeuta tradicional en cuanto surgen los primeros síntomas.
El tratamiento para curar la tifoidea consta de dos prácticas terapéuticas: la aplicación de una purga, destinada a desalojar el alimento que está provocando los malestares estomacales, y la colocación de emplastos, cuyo propósito es hacer descender la temperatura del paciente. En la preparación de la purga se utiliza una decocción de estafiate del ancho y del chico, santamaría, ruda y epazote; se administra una sola dosis a los niños, y, a los adultos, dos. Para los emplastos, se emplean hojas de tepozán y bofe de res cortado en rebanadas delgadas; en cada hoja se coloca un filete de bofe y se espolvorea con clavos y cominos molidos; el emplasto así preparado se coloca en el estómago y en la espalda, por una sola vez; con esto se pretende "sacar el mal que se tiene adentro"; cuando la tifoidea es muy fuerte, el paciente llega a cocer el bofe, afirman los terapeutas. Si el enfermo continúa con fiebre, se le da "una friega de alcohol por todo el cuerpo; con esto se le baja lo apestoso y sale el mal". Mientras la enfermedad está en curso, se recomienda al enfermo comer poco y observar una dieta a base de atoles sin leche.
Para prevenir la tifoidea, los médicos tradicionales recomiendan cuidar la calidad de los alimentos que se van a ingerir.